La cuestión de la conciencia

Compañeras y compañeros,

Queremos contribuir a la discusión, creemos, sin embargo, que para acercarse correctamente al debate, se debe empezar con la cuestión de la conciencia, ya que está íntimamente relacionada con el análisis de la relación entre Partido y clase - y porque se alzan necesariamente de una evaluación crítica de ésta, las diferencias, si existen, en el enfoque metodológico. En nuestro sitio, la documentación es abundante, y se recomienda a aquéllos que deseen aprender más, aquí sólo nos limitaremos a repetir algunos conceptos básicos.

En primer lugar debemos aclarar el concepto de conciencia revolucionaria o comunista. El término se refiere no sólo al significado de clase "en sí" que es la clase obrera frente a la burguesía, es decir, no sólo el reconocimiento por parte del proletariado de la explotación y la necesidad de luchar contra la explotación. Sólo podemos hablar de la conciencia comunista si el proletariado tiene la conciencia política de la situación, los medios de lucha, táctica, estrategia y programa político para superar las condiciones de subordinación impuesta por la burguesía y la forma política determinada por las relaciones capitalistas de producción y distribución, es decir - como lo dice Marx – para ir de clase “en sí” a clase “por sí”.

La historia de la lucha de clases ha enseñado que el proletariado, impulsado por las condiciones objetivas, puede, (y no necesariamente lo hace), actuar en el terreno de la defensa de sus intereses inmediatos, que puede crear los instrumentos de lucha, puede llegar a la determinación de la necesidad de la insurgencia como el punto más alto de la lucha de clases, pero en su conjunto no llega a la conciencia de clase completa, en otras palabras, no alcanza la resolución táctica y estratégica, y mucho menos el programa político global, sin el núcleo del partido revolucionario en el seno de la clase.

Lo que distingue a todas las posiciones consejistas, idealistas, mecanistas y economistas, de una interpretación correcta del materialismo dialéctico, es la cuestión de la conciencia y la relación entre el partido y la clase. La cuestión fundamental no es si la conciencia viene de dentro de la clase, automáticamente, a través de los avances de la luchas reivindicativas que, en algún momento, pueden convertirse en políticas, trayendo consigo la inevitable maduración de la conciencia, o que viene de afuera en el sentido de que hay un partido que nació fuera de la clase que inyecta en ella desde arriba, como un demiurgo, la conciencia política revolucionaria. Para nosotros, considerar la cuestión en estos términos, está fuera de lugar, porque el partido no es algo ajeno a la clase, sino la capa más avanzada, que resume todas las instancias de la clase, tanto las económicas inmediatas como su tarea histórica. Por diversas razones, principalmente la contrarrevolución estalinista, las minorías revolucionarias hoy en día tienen pocas raíces en la clase, pero eso no cambia la sustancia del discurso. Independientemente de su contenido sociológico: proletarianos, renegados pequeños burgueses, intelectuales que se escapan de la burguesía, el Partido nace de la clase, hace suyos todas las instancias de la lucha de clases, desde el mínimo, las reivindicaciones, las de política general, la agenda política global. La carga política del partido es el resultado de un resumen histórico de las diversas instancias de la clase y se basa en las causas de las derrotas, así como poner énfasis en las razones de las victorias. Se basa en los acontecimientos diarios que surgen de los meandros, a veces ocultos, instintivos y de sector, de la lucha de clases. Los hace suyas y luego los presenta a la clase como un todo, en forma de táctica y estrategia política. La relación, por lo tanto, es una relación dialéctica entre una clase y no un partido separado que trae la conciencia, desde afuera, sino dentro de la misma clase, entre la masa del proletariado y su capa más avanzada,que recibe impulsos desde abajo, y los devuelve, redactados en términos de estrategia política a la misma masa.

Esto no quiere decir que la base del proletariado en su lucha, no pueda alcanzar niveles de conciencia política, significa que la dominación burguesa ideológica, sobre todo en la actualidad, la segmentación de las luchas reivindicativas y la falta de una visión total de los objetivos de la lucha, requieren la presencia del Partido que es capaz de proporcionar la conciencia integral de la lucha de clases que el proletariado, aunque sea en conflicto con la clase del enemigo, es incapaz de expresar si no ha producido en su interior su vanguardia, su Partido.

La conciencia, entonces, no viene de afuera como si cayera del cielo, porque el Partido no es un cuerpo externo a la clase, pero ambos son dos momentos inseparables, que se relacionan entre sí en términos dialécticos. Por eso, para nosotros, el Partido, como una herramienta política de la clase, debe estar siempre presente y debe tratar de ser, en cada momento de la lucha de clases, el punto de referencia política. Nos alejamos de los argumentos que afirman que el crecimiento político en el sentido revolucionario de la lucha de clases puede ocurrir sin el Partido o el Partido es sólo un organizador de la generalización de las luchas, porque todo lo demás, la conciencia del programa político y los medios para ponerlo en práctica, lo puede llegar a pensar,de forma independiente la misma clase. También consideramos que es peligroso afirmar la tesis que predica la necesidad del Partido solamente durante el período revolucionario y que solamente juega el papel de un centro de estudios durante la fase contrarevolucionaria, es decir, casi siempre. Como si fuera suficiente que las condiciones objetivas, las crisis económicas importantes, al empujar al proletariado a la lucha, determinan la creación del partido y la relación dialéctica entre las dos entidades, en una especie de relación mecánica, donde los dos elementos de la lucha de clase nacen casi al mismo tiempo y se fusionan. Una vez más la historia nos ha enseñado como grande luchas proletarias naufragaron políticamente, violentamente reprimidas en sangre por la falta de liderazgo político, que nació demasiado tarde, o en el seno de la lucha, pero se encontró lejos de la clase por falta de relaciones políticas que no se pueden crear en el espacio de unos días. Las condiciones objetivas pueden dar lugar a la lucha de clases, facilitar y mejorar la relación entre clase y partido, pero no crearla desde cero, y si la crearan, llegaría tarde, muy tarde. El Partido debe esforzarse por estar ya presente en períodos históricos anteriores a la fase de insurgencia, debe haber sido capaz de establecer relaciones con la clase, tal vez pequeñas, minimas, pero funcionando siempre. De lo contrario, los propios acontecimientos, la crisis y la voluntad de lucha del proletariado, dejaría al Partido a un lado, dejando el espacio a la derrota política enésima con todas las consecuencias siguientes que harían más difícil la reanudación en el futuro de la lucha de clase. El hecho de que el Partido es parte de la clase, no es el instrumento ocasional sino permanente de la lucha de clases, y aumenta con ella, la acompaña en su evolución, guiándola políticamente, o sufre la derrota inevitable. Una derrota mucho más cierta si afirmamos la teoría que el partido nace o se involucra en la lucha sólo cuando se expresa en escala grande, mientras que se queda en las sombras en fases en las que la lucha de clases desaparece o se expresa a niveles muy bajos

Eso no quiere decir que el Partido pueda vivir una vida independiente, no importa el contexto social que lo rodea. En la etapa contrarevolucionaria es posible que las relaciones estrechas entre la organización revolucionaria y de la clase puedan quebrarse, que la clase sea derrotada por su oponente y el partido sea, literalmente, borrado, pero no significa que la vanguardia deje de hacer el esfuerzo por seguir dando un poquito de continuidad política y de organización que la situación permite. No es el Partido que decide las condiciones de trabajo, para nacer o desaparecer, por el contrario son las condiciones económicas y sociales que marcan el ritmo de la lucha de clases y las posibilidades de intervención de un Partido que nunca puede dejar de intentar ser el punto de referencia de la lucha de clases, no importa que sea su nivel. La tarea principal del Partido en las luchas reivindicativas, así como empujar las demandas hasta su límite, es dar sentido político a la lucha. En otras palabras, su presencia en las luchas reivindicativas, económicas o de la defensa del proletariado es una condición necesaria, inevitable, para que el contenido de la lucha pueda pasar a un nivel político. La lucha económica se alza, produce lo que puede producir en el terreno reivindicativo, y desaparece sin dejar rastro si no hay intervención del Partido revolucionario que tiene la tarea de trabajar para convertir cualquier lucha, victoriosa o no. en el equipaje político para aplicarse en las luchas del futuro, a un nivel de conciencia de clase cada vez más desarrollada. En términos más explícitos, la prioridad del Partido es desarrollar la lucha de clases de su entorno natural, que es la demanda inmediata, a la política. De lo contrario, las luchas, al crecer de un punto de vista organizativo - incluso político, por la conciencia de la explotación y la necesidad de luchar contra el enemigo de clase - seguirán en el terreno de las demandas sin salir del marco economista que las ha producido. En este sentido, la presencia del Partido es absolutamente necesaria, además, por supuesto, de su papel como punto estratégico de referencia como guía en el asalto revolucionario y creador del programa comunista.

En este sentido, pensar que la clase obrera, cuando se inicia una lucha por la defensa de sus condiciones económicas inmediatas, determina objetivamente la cuestión de la conciencia de su papel histórico es abiertamente contraria a cualquier interpretación correcta dialéctica de la relación clase-partido, se delegaría todo al movimiento de la clase y la maduración autónoma hacia su papel histórico. En cambio, lo contrario es cierto: es el Partido, su vanguardia, la parte más consciente que realiza el salto, tratando de conducir las luchas reivindicativas al terreno político. Tampoco es cierto que "Las luchas reivindactivas son las condiciones objetivas de la conciencia, de la experiencia que acumula la clase, del retiro de un número de trabajadores del caos de la ideología dominante y la síntesis de estas experiencias y teorías que, de la historia de la clase y sus luchas, dan lugar a una expresión política del proletariado que , a un cierto nivel de desarrollo, se convierte en el Partido de clase." En este caso, en primer lugar, se atribuye a la clase lo que es el papel del Partido, así que el Partido nace en determinados períodos históricos, que se caracteriza por el desarrollo independiente de la conciencia política de la clase. El Partido es, de hecho, el resultado histórico de una serie de luchas económicas, de la síntesis y procesamiento que vienen de la experiencia de la lucha de clases y que, una vez convertidos en táctica y estrategia, se devuelven a la clase para orientarla en un sentido revolucionario, rompiendo el encierro economista que la rodea, pero no nace después de que la clase en su totalidad, haya cumplido, de una manera autónoma, su proceso de adquirir conciencia, ni por causa de cada reanudación de la lucha de clases, como una conclusión lógica de un camino evolutivo ya trazado.

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