Cataluña: nacionalismos rivales contra la clase obrera

El conflicto entre las facciones que defienden el actual estado español y las que buscan separar un estado catalán sigue acelerándose. Cualquiera sea el resultado o los giros y quiebros, resulta claro que los trabajadores con conciencia de clase necesita ser independientes por igual de los que pelean por un estado catalán segregado o por la preservación de la organización estatal existente - ambos representan la fachada bajo la que la clase dirigente ejercita su control.

Maniobras nacionalistas

La última fase del engranaje de los proyectos nacionalistas rivales comenzó en septiembre, cuando el Parlamento catalán aprobó una moción convocando un referendum de independencia el 1 de octubre.

El gobierno español declaró la decisión inconstitucional basándose en la Constitución española de 1978 que afirma «la indisoluble unidad de la nación española» - una resolución que anunciaba un control firme de cualquier eco de las tendencias separatistas locales aparecidas durante la guerra civil en los 30. En cualquier caso el gobierno catalán decidió mantener su propuesta con la esperanza de sacar partido de los años alimentando el separatismo catalán. El 20 de septiembre, el estado español lanzó la «Operación Anubis» -un intento de prevenir que el referendum tuviera lugar que el incluía el registro de oficinas del gobierno catalán, el arresto de responsables políticos y la confiscación de papeletas de voto. Esto culminó con el ejercicio abierto de la violencia estatal por las fuerzas de seguridad del estado español el día en el que se celebró el referendum.

Se celebraron protestas contra esta violencia en Cataluña pero hasta el momento no tenemos información de protestas en otros lugares del país. En su lugar hemos visto manifestaciones masivas del nacionalismo español en Madrid y en otros lugares -una ilustración obvia del nacionalismo rompiendo la unidad de la clase trabajadora. Los hechos del 1 de octubre galvanizaron las tendencias nacionalistas en ambos lados. De acuerdo con las autoridades autonómicas catalanas el 91,96% votó si a una república catalana independiente, pero la participación total fue baja, un 42.58%. El día de las votaciones se empañó por la confusión y el lío dado que la Policía Nacional y la Guardia Civil intentaron cerrar los colegios electorales. 893 civiles heridos revelan la violencia inherente al estado democrático -algunos comentaristas, entre ellos, irónicamente, Nicolás Maduro, compararon la actuación del gobierno de Mariano Rajoy y la España franquista.

Seguidamente, la Comisión Europea declaró que «bajo la Constitución española, la votación del 1 de octubre en Cataluña no fue legal» y que confiaban en «el liderazgo del primer ministro Mariano Rajoy para gestionar este difícil proceso» [1]. Tras la mano dura del estado español, la CGT, seguida de la CNT y otros sindicatos pequeños, vieron la oportunidad de convocar una huelga general el 3 de octubre. Tras los hechos del día 1, los grandes sindicatos españoles, UGT y CCOO, así como la Assamblea Nacional Catalana (ANC) anunciaron en su lugar lo que debería describirse como un «paseo ciudadano» - en su llamamiento podía leerse: «Llamamos al conjunto de la sociedad, a las organizaciones empresariales, a los empresarios, sindicatos, trabajadores, autónomos, a las instituciones y todos los ciudadanos de Cataluña a un «paro país» el martes 3 de octubre» La huelga del 3 de octubre afectó al transporte público, a dos grandes puertos y al sector agrario [2].

Fuera como parte de una protesta ciudadana o como respuesta a un llamamiento a la huelga general, fuera motivada por el nacionalismo o por la rabia contra la policía, los trabajadores reaccionaron a los hechos. Sigue sin quedar claro hasta qué punto las noticias de asambleas locales reflejan chispas de auto-organización obrera o fueron creación de la dirección de la burguesía local para que actuaran como subalternos para impulsar la agenda separatista. Desde el comienzo de Octubre, ambas maquinarias estatales, la de Madrid y la de Barcelona han justificado sus propias posiciones reinvindicando que sus respectivas posiciones constitucionales superaban a la de la otra. Sería un error fatal si los trabajadores en Cataluña o en el resto de España son arrastrados por cualquiera de los argumentarios en conflicto. Tras los debates legales bizantinos se esconde la realidad de las facciones de la clase dominante buscando extender su propia capacidad para explotar a la clase trabajadora -totalmente indiferente a cosas accidentales como el nacimiento, la nacionalidad o la herencia cultural.

La respuesta internacionalista

Los sucesos en Cataluña tienen que entenderse en el contexto de la crisis económica de largo recorrido del capitalismo que culminó con el crash financiero de 2007, desde el que no ha habido una recuperación real. Esto ha llevado, de manera creciente, a secciones de la clase capitalista a pensar que pueden gestionar la economía mejor que el estado central. Lo que a su vez ha generado un cambio global hacia el nacionalismo y el populismo. En una economía que todavía no se ha recuperado diez años después de que estallara la burbuja especulativa, la clase dirigente se está quedando sin ideas y se divide sobre como salir del paso.

El intento del gobierno catalán de echar la culpa al gobierno central español para arrastrar obreros tras el programa separatista, se supone que tapará el hecho de que ciertas secciones de la clase dirigente catalana (que también está dividida sobre esta cuestión) haya sido tan responsable de poner en marcha las medidas de austeridad como el gobierno de Madrid. Como hemos dicho muchas veces, la liberación nacional no hace sino dividir a la clase trabajadora y deja a los trabajadores a merced de su propia burguesía nacional.

Allá donde las distintas facciones nacionales han difundido delirios nacionalistas, sostemenos que la clase obrera local debe enfrentar a los dos bandos del debate sobre tales proyectos. Los ejemplos son innumerables (incluyendo algunos recientes como Ucrania [3], Escocia [4] o Kurdistan [5]). Incluso, mientras escribimos, el referendum en el Kurdistán iraquí está siendo usado para preparar el siguiente capítulo de muerto y sufrimiento alrededor de la lucha por los recursos del caldero turco/sirio/iraquí. Como internacionalistas, defendemos que la única alternativa a la devastación social y ambiental ofrecida por el capitalismo es que los trabajadores se unan por encima de las fronteras con una meta común: un mundo sin clases ni estados donde «el libre desarrollo de cada uno sea la condición para el libre desarrollo de todos». Para esto necesidamos una organización internacional, un partido, que pueda intervenir de modo efectivo en sucesos como la huelga en Cataluña -para empujar la lucha más allá del control de los sindicatos y los partidos institucionales, y declarar la independencia respecto a todos los estratos de la clase dominante sea cual sea su nacionalidad.

Si hay, donde alla, movimientos que crean asambleas barriales o de centro de trabajo, entonces hay que dar batalla para separarlas totalmente de las facciones del estado, español o catalán, y de la participación de empresarios locales. Las decisiones vinculantes deben venir de mítines masivos con delegados fiscalizables y revocables. La extensión y reticularización de tales organizaciones de la clase trabajadora es la alternativa al sangriento callejón sin salida de los nacionalismo rivales que la burguesía está preparando. En ausencia de una organización internacionalista efectiva ofrecemos nuestra solidaridad y ayuda a los núcleos comunistas y a los individuos que luchan por esa necesaria respuesta proletaria.

KT/Dyjbas

6 October 2017

Notes

[1] Declaración sobre los eventos en Cataluna europa.eu

[2] independent.co.uk

[3] leftcom.org

[4] leftcom.org

[5] In Rojava: People’s War is not Class War leftcom.org

Tuesday, October 17, 2017