Genova: ¿Anti-globalización? ¡Anticapitalismo, por el comunismo!

Compañeros!

Globalización es un término caro a la burguesía y a sus mass media, pero que juzgamos conveniente sustituir con el de mundialización imperialista. Con este término entendemos la forma actual del capitalismo que envuelve, de un lado, el dominio sin contraste del capital financiero y, de otro, la posibilidad de distribuir sobre el planeta entero las diversas fases de un mismo proceso productivo (de las latas de tomates, de los automóviles o de los juguetes). (1)

El dominio del capital financiero no significa el comando de un centro único, dado que el capital financiero se compone de muchos capitales que al tiempo que desempeñan un rol directivo en centros y agregaciones de Estados mantienen una relación de concurrencia y lucha mutua.

Esta fase del capitalismo coincide con - y es simultáneamente una respuesta a - la crisis de su ciclo de acumulación, es decir, a la crisis del proceso de valorización del capital.

Esto significa que el capital sólo consigue succionar de la producción y de la explotación de la fuerza de trabajo tasas de beneficio cada vez más bajas. La única vía para salvar las tasas de beneficio es el aumento de la explotación de la fuerza de trabajo mediante la compresión del salario y/o el traslado de la producción a los lugares donde éste es inferior. No hay alternativa a estos procesos mientras se permanezca en el marco del modo de producción capitalista. La única alternativa que el capital conoce es la guerra imperialista.

Como en toda crisis del ciclo de acumulación, también en ésta se reabre en perspectiva la disyuntiva histórica: guerra imperialista o revolución proletaria.

De los dos precedentes bloques contrapuestos - Nato y Pacto de Varsovia - el último ha desaparecido. La implosión del bloque imperialista soviético, la cual se ha hecho pasar como fracaso del... socialismo, ha disuelto los alineamientos anteriores, dando lugar así a un cambio de las cartas de juego que conduce fatalmente a la conformación de nuevos bloques sobre la base de la ruptura del precedente frente imperial de la OTAN.

Si alguien aún piensa que en las cumbres del G8 se llegará a un acuerdo para ejercer el gobierno del mundo bajo un hipotético superimperialismo mundial, incurre en un craso error. En sus reuniones los 8 grandes terminan siempre disputando. Esta vez, en Génova, los europeos se presentan un poco más fuertes gracias a los acuerdos tomados en Gotemburgo acerca de temas aparentemente claves, como el del ambiente y el de los protocolos de Kyoto, y sobre aquellos menos publicitados, pero igualmente importantes, como el del comercio mundial del acero.

Compañeros!

Se perfila una nueva gran trampa mediante la cual las burguesías americana y europea - independientemente de las eventuales rupturas en Europa - llamarán a sus respectivos proletarios a congregarse en torno a ellas contra el enemigo de los "sagrados intereses nacionales" o de las igualmente sacras ideologías contrapuestas.

Las posibilidades de los actuales movimientos "anti-globalización" están ligadas a su capacidad de no fragmentarse en los alineamientos que el imperialismo prepara. Bush ya está emitiendo sus cantos de sirena con la AFL-CIO y los siderúrgicos americanos: sus instancias "anti-globalización" - dice - coinciden con la necesidad de proteger el acero americano y la balanza del comercio exterior.

La condición para que un gran movimiento civil como este resista a las divisiones imperialistas residiría, por tanto, en la adopción del punto de vista de clase, residiría en su transformación en un movimiento anticapitalista, por la revolución comunista, residiría, en sustancia, en la superación de su interclasismo.

Sólo una fuerte reanudación de la iniciativa de la clase obrera, aunque sólo fuese con miras a la defensa intransigente de sus intereses contra los duros ataques del capital, podría polarizar los movimientos civiles (de la llamada sociedad civil) sobre el terreno sólidamente anticapitalista.

Es por eso que hoy el papel prioritario de los revolucionarios estriba en contribuir - en cuanto ello es posible a las fuerzas subjetivas - a la continuación de la lucha proletaria autónoma de las políticas de compatibilidad de los sindicatos y de las lógicas sindicales.

Pero la misma continuidad de clase no tendrá perspectivas de victoria sin la organización política adecuada a la guía de la titánica batalla: el partido internacional del proletariado.

Debido a la dramática ausencia de una apropiada fuerza política organizada alrededor del programa revolucionario, demasiadas veces se han visto movimientos objetivamente radicados en la clase (desde la Polonia de agosto del '80 hasta el movimiento de los mineros británicos...) ceder inmediatamente a las sirenas del reformismo y a las lisonjas del mercado político radical-burgués. Jamás se había hecho tan notoria y dramática la necesidad del partido revolucionario internacional del proletariado.

Y es por esto que llamamos a las vanguardias a unirse y reforzar las secciones y las organizaciones simpatizantes del BIPR.

BIPR, 13-7-2001

(1) Recordamos, para evitar equívocos, que el imperialismo no es otra cosa que una fase del modo de producción capitalista; no una... política.