¡Contra la guerra imperialista!

¡Contra terrorismo y pacifismo por la lucha de clase!

A un año de distancia de la invasión angloamericana a Irak han caído una tras otra las razones justificativas de la agresión misma: Saddam no poseía, en efecto, armas de destrucción masiva de tipo químico o biológico y las que hace algunos años le proporcionaron los propios EU se habían agotado en la represión de los kurdos en el norte de ese país y de los Shiíes en Basora al terminar la blitzkrieg de 1991 (los métodos yanquis evocan, en efecto, la tristemente célebre guerra relámpago del régimen hitlerista). Todo esto señala que las razones empleadas eran falsas, ideológicas, buenas solo para convencer a las masas adormecidas e hipnotizadas por los mass media, así como falso e ideológico es el pretendido “deseo de democracia para Irak” de los gobiernos involucrados en la ocupación.

Las verdaderas razones de la invasión - no nos cansaremos de repetirlo - residen en la necesidad imperativa de los EU de defender el propio control de los recursos energéticos y de las vías de transporte de mercancías y petróleo. Tal es, precisamente, la condición de la enorme renta financiera de la que gozan y que les permite sobrevivir no obstante experimentar el más grande déficit comercial y el mayor desequilibrio fiscal del mundo.

Por estas razones, presentes en las condiciones materiales del mundo de hoy, los EU y la Gran Bretaña no han vacilado en hacer de la desinformación masiva el medio usual para engañar a sus ciudadanos, someter totalmente a la prensa y conducir la guerra con la desproporcionada violencia de su aparato militar primero contra un Estado que se ha desplomado inmediatamente y, poco después, contra la entera población de un país que sufre solitariamente los trágicos estragos de la guerra.

Sólo soñadores impenitentes pueden pensar que “el embuste de la democracia puede convertirse en realidad”, es decir, que jugando en medio de las contradicciones políticas e ideológicas de la burguesía es posible... cambiar el mundo.

Tampoco serán los estados europeos (unidos o no) los que traerán la paz.

La verdadera razón de la invasión americana comprende la preservación de la hegemonía del dólar y, cuando menos, la contención del ascenso del Euro a la categoría de moneda internacional de cambio. Es la oposición a la perspectiva de un Irak completamente sometido a los EU lo que ha motivado la posición 'pacifista' de Francia y Alemania. Una eventual intervención de Europa sólo podría interpretarse en un solo sentido: el de la defensa de los propios intereses contra los americanos, con la consiguiente aceleración de nuevos alineamientos imperialistas.

Jamás ha sido el pacifismo, la orientación pacífica y pacifista de la denominada sociedad civil, la que ha detenido las guerras. La única fuerza realmente capaz de detener las guerras - y la historia lo ha demostrado hasta la saciedad - es la de la clase obrera cuando retoma la iniciativa.

En los últimos años el proletariado mundial ha sufrido fuertes ataques sin reaccionar. Esto ha llevado no sólo a los ideólogos oficiales de la burguesía sino incluso a muchos sedicentes antagonistas del sistema a declarar que la lucha de clases ha terminado. En realidad, la lucha de clases no ha cesado: hasta ahora, sin embargo, la iniciativa ha pertenecido exclusivamente a la burguesía en su indeclinable interés de aplastar al proletariado.

Que las clases y sus luchas son la base de la sociedad es algo que viene atestiguado por toda la experiencia de la vida actual. Es un hecho que la burguesía presiona sobre el salario obrero para afrontar su crisis. Esto significa que:

  1. es a partir del trabajo del proletariado que el capital extrae el plusvalor que luego se reparten las diversas fracciones de la burguesía bajo la forma de ganancia, interés y renta;
  2. la clase trabajadora existe y permanece como el adversario principal del capital.

Justamente ahora se advierten los primeros signos de reanudación del movimiento de clase: desde los proletarios argentinos a los tranviarios italianos, desde las huelgas espontáneas en la Fiat a las del metro londinense, secciones momentáneamente aisladas pero significativas de la clase trabajadora indican que algo empieza a moverse.

Este reinicio de la lucha es mirado por los internacionalistas como la única posibilidad de obstaculizar los planes de guerra del capital. Las vanguardias - y quienes de veras quieren oponerse a las guerras del capital - deben, por tanto, dedicar sus esfuerzos al crecimiento de las iniciativas tomadas desde abajo por los trabajadores y a conseguir que éstas se coordinen fuera y contra los sindicatos y su política de colaboración con el capital.

La toma de la iniciativa proletaria en la lucha de clase es la condición que hace indispensable y urgente el proceso de reconstitución de la fuerza política de clase: el partido internacional del proletariado.

Sobre la base del balance crítico de las anteriores experiencias y de una rigurosa crítica del capital y de sus dinámicas económicas y políticas actuales, las organizaciones constituyentes del Buró Internacional se han situado en esta perspectiva y llaman a las vanguardias proletarias y comunistas a unirse a ellas.

BIPR