Situación política en México - Debate con los compañeros de la Ficci - 1a parte

Compañeros de la FICCI

Doy respuesta a sus cuestionamientos y amplio previamente otros puntos que considero pertinentes en relación al debate planteado.

  • En relación al llamamiento para contextualizar y circunscribir la situación nacional en el marco de las tendencias internacionales, expreso una completa coincidencia.
  • Sin embargo, una tarea no menos importante y probablemente más complicada debido al escaso debate en países con una débil tradición comunista, es la explicación de los acontecimientos específicamente nacionales, partiendo de las particularidades histórico-sociales de cada nación. Esta es una obligación ineludible y crucial para toda organización comunista.
  • De hecho, la interpretación de la CCI (y la FICCI tendrá que definirse al respecto) sobre los procesos electorales como meros “circos” para entrampar a los proletarios, imposibilita cualquier comprensión de las pugnas y conflictos reales inter-burgueses, y tiende a desvincular esta explicación de los acontecimientos internacionales. Esto es, la CCI plantea que la democracia y las elecciones son una trampa con la que la burguesía engaña a los obreros de su país, esto es, es un recurso nacional para gestionar su dominio al interior del país. Sin embargo, en México el saldo del 2006 no fue la democracia, sino la militarización del país. En México, después del 2006, el discurso democrático quedó apenas como un desteñida hoja de parra que no alcanza a encubrir la movilización de las tropas a través de prácticamente todo el territorio, las recientes medidas jurídico-policíacas adoptadas para borrar cualquier impedimento jurídico-formal para la persecución política y, sobre todo, la acción represiva desplegada con saña durante todo ese aciago año (Siderúrgica Lázaro Cárdenas, Atenco y Oaxaca).
  • De hecho, como he tratado de mostrar en varias ocasiones anteriores, ésta es una de las debilidades teóricas más profundas que comparten la CCI y la FICCI: destaca, en primer lugar, la presentación de prácticamente todo movimiento social como obra de una maquinación preparada por la burguesía para entrampar al proletariado. Este presupuesto unilateral implica, en primer lugar, una deformación reduccionista de la realidad. Ciertamente, es innegable que la burguesía, en tanto clase dominante poseedora de los recursos materiales para ello, tiene metida sus manos en cualquiera de las manifestaciones sociales de descontento y conflicto; sin embargo, no es verdad que la burguesía posea la capacidad para planificar, conforme a un esquema prediseñado, los episodios y el desenlace de la compleja dinámica social. Esta interpretación de los hechos manifiesta ya un primer signo de idealismo (por no decir ficción).
  • En segundo lugar, y esto es lo más grave, esta interpretación conlleva un posicionamiento político también idealista, en tanto que supone lo siguiente: los comunistas no deben implicarse en movimientos sociales preparados maquiavélicamente por la burguesía, es decir, supone que es posible un escenario diferente. Supone la idea, el ideal o, más aún, la ficción de que es posible la existencia de un movimiento social en el que la burguesía no haya intervenido previa, durante y posteriormente a su desenlace. Supone también el ideal de que es posible la existencia de un movimiento obrero puro, esto es, en el que la burguesía no haya puesto en juego sus instrumentos de intervención y, sobre todo, libre de toda contaminación ideológica burguesa (expresada como reformismo, nacionalismo, etc.). Supone pues el ideal-ficción de que dicho movimiento obrero puede hacerse presente planteándose una perspectiva revolucionario-comunista desde sus inicios, cuando los datos empíricos demuestran que no existe a nivel masivo un convencimiento a nivel de clase sobre el ideal de una sociedad comunista, sino que en primera instancia la clase obrera es motivada por intereses inmediatos, generalmente vinculados a todo tipo de ilusiones reformistas. Es más realista pensar que la perspectiva comunista puede plantearse como un objetivo práctico, deseable y necesario como resultado de un proceso complejo y tortuoso, fruto de desilusiones sucesivas y de una reflexión y maduración política lograda a través del acompañamiento e intervención activas del partido comunista.
  • Dicho esto, declaro que a los comunistas no nos queda otro camino que tomar la realidad tal y como esta se presenta, viéndonos obligados a acompañar al proletariado en sus expresiones de lucha primarias e inmediatas.
  • El reciente posicionamiento de la FICCI frente al movimiento social aglutinado en torno a la APPO mostró profundas diferencias entre nuestras posiciones. Fiel a la tradición de la CCI, la FICCI etiquetó a la APPO como una maniobra burguesa frente a la que había que marcar distancia y denunciar. Al respecto resultan muchas preguntas y respuestas no claras: ¿Fue la APPO la derivación de un escenario maquinado por la burguesía, más específicamente, por un conflicto inter-burgués? Sí, ni duda cabe. ¿Fue la APPO únicamente el fruto de dicha maquinación? No, ni duda cabe. ¿Fue la APPO una conjunción y expresión del descontento social acumulado? Sí, ni duda cabe. ¿Fue la APPO expresión y víctima de un conjunto de limitantes y distorsiones ideológicas espontáneas y al mismo tiempo propiciadas por distintas agrupaciones izquierdistas? Sí, ni duda cabe. En otras palabras, en Oaxaca presenciamos uno de los episodios más profundos de lucha de clases en México, no obstante el precario peso político y social del proletariado industrial en la región (una de las más atrasadas del país). Fue un fenómeno social complejo como no puede serlo de otra manera. El resultado fue una represión sangrienta, efectuada por efectivos militares y cuerpos paramilitares que asesinaron, encarcelaron, torturaros y secuestraron activistas y no-activistas.
  • Frente a la APPO, la FICCI concluye “... podemos también encontrar organismos de corte más radical como la de la APPO (Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca) que gracias a su lenguaje radical y desarrollando su actividad en el mismo centro de las movilizaciones, ha logrado arrastrar tras de sí a una gran cantidad de trabajadores, haciéndose pasar por los grandes defensores de sus intereses inmediatos de los obreros, así como de sus posiciones revolucionarias. Estas son trampas que la burguesía tenderá en todo momento a la clase obrera.” (Boletín de la Fracción Interna de la CCI, no. 41, octubre 17 de 2007, p. 6). Nuevamente la teoría de la trampa burguesa. La APPO no es siquiera el producto espontáneo de una reacción obrero-popular, que con todo lo confusa y variopinta que pudiera ser gozara al menos del reconocimiento de ser producto de una expresión auténtica (y a pesar también de la innegable intervención oficial que pudo y debió existir) del nivel organizativo y social de la lucha de clases local. No: la APPO fue una trampa burguesa maquinada por la burguesía para entrampar a los trabajadores. El movimiento piquetero argentino, el mismo que la sabiduría de la CCI permitió prever con antelación de terminaría cediendo a la ideología reformista y nacionalista precisamente por tratarse de una trampa interclasista de la burguesía, extrañamente gozó de un reconocimiento inaudito para la tradición cciísta por parte de la FICCI. No se sabe aún cual es el rasero aplicado para uno u otro caso. La tradición cciísta dictaminó la teoría de la trampa burguesa desde el primer movimiento obrero de envergadura posterior a la caída del muro de Berlín: Francia 1995; a partir de ahí se ha mantenido leal a su tradición con una serie de vaivenes difíciles de explicar: los estudiantes franceses gozaron de una mayor simpatía, por ejemplo, misma que también han gozado éste o aquel movimiento obrero en particular en los países europeos. Pareciera que la decisión de encomiar y elevar a las alturas a un movimiento huelguístico radica en: 1) su pertenencia a un país desarrollado y, sobre todo, 2) la utilidad propagandística del revestirse de una aureola de activismo frente a los adversarios políticos: particularmente en función del conflicto CCI-FICCI o frente a otros grupos.
  • Retomando la cuestión de la APPO: la FICCI convierte a las víctimas en victimarios. Y, lo peor, deriva de ello una postura política: la denuncia y el distanciamiento a toda costa. Sin embargo, éste es un lujo que el proletariado no puede darse. El Oaxaca hubo un conflicto social y una lucha de clases reales que afectan el conjunto la correlación de fuerzas entre el proletariado y la burguesía. Haya sido lo que haya sido, se le endilgue o no a la APPO la más sofisticada teoría de la conspiración concebible, hay un hecho real inobjetable y un resultado global único: el proletariado y el pueblo oaxaqueño iniciaron un movimiento de reivindicación salarial que terminó siendo duramente reprimido. La burguesía tuvo oportunidad de sacar a las tropas a la calle. Esta situación afecta al conjunto de la clase obrera. Es un resultado inaceptable. La clase obrera nacional e internacional no debió aceptar este resultado. Dado este resultado, ¿Acaso considera la FICCI que si el movimiento oaxaqueño hubiese observado la congruencia y disciplina comunista hubiera evitado con ello la violenta represión de la burguesía?
  • Por otro lado, la FICCI reclama la necesidad de contextualizar las tendencias locales y nacionales en su entorno internacional. Sin embargo, no atiende al hecho de que la APPO no recibió retroalimentación ni impronta alguna de un movimiento obrero nacional e internacional de envergadura. ¿No es de imaginarse acaso que de existir un movimiento obrero y un partido comunista nacional e internacional con presencia e influencia, se hubiesen podido redireccionar las energías oaxaqueñas? La suerte de Oaxaca no fue, por tanto, solamente el resultado de las limitaciones locales, sino de las limitaciones nacionales e internacionales.
  • En conclusión, considero que el posicionamiento político de los comunistas, habida cuenta la debilidad numérica y política del momento, no es la de la certeza idealista y negacionista. El verdadero posicionamiento comunista se ve forzado a transitar, por necesidad, entre zonas grises, ambiguas y espinosas, con el objetivo de divulgar un programa comunista en circunstancias completamente adversas. Implica cerrar filas frente a la represión - con la APPO en este caso-, frente a los presos y los asesinatos políticos, al mismo tiempo que no ceder frente a las ilusiones y el veneno reformista, populista, indigenista, etc. Asimismo, frente al escenario de militarización del sureste mexicano - caso Chiapas, acoso a las comunidades zapatistas - los comunistas no deben escatimar esfuerzos en denunciar y participar en cualquier movilización política que atienda esta situación, bajo el entendido de que la pasividad obrera frente a este escenario afectará irremediablemente todo el espectro y la correlación de fuerzas políticas.
  • Abordo ahora el asunto que tiene que ver directamente con su interrogante: la cuestión de la privatización de PEMEX y la Comisión Federal de Electricidad, así como las movilizaciones y la propaganda en contra de dicha privatización convocadas por la izquierda oficial, Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y la Convención Nacional Democrática (CND).
  • Planteo que:
  • Los comunistas deben participar en dichas movilizaciones, a pesar de que estarán comandadas y hegemonizadas por las dirigencias sindicales y el liderazgo caudillista de AMLO
  • Ello es así debido a que están involucrados intereses económicos inmediatos de los trabajadores empleados en esas compañías: la privatización implicara despidos y deterioro salarial y laboral. Los recientes accidentes en las plataformas marítimas de PEMEX es una prueba contundente de esto: la privatización gradual a través de las empresas concesionarias ha dado como resultado la minimización de la seguridad laboral de sus empleados.
  • Porque la privatización de la CFE implicará un alza drástica de las tarifas eléctricas. Esto es, implicará un deterioro mayor del poder adquisitivo de los trabajadores.
  • Porque representa la posibilidad y la necesidad de un enfrentamiento político e ideológico en un terreno privilegiado para la izquierda nacional-reformista. Es sobre este aspecto sobre el que considero necesario abundar a continuación:
  • La problematización de este punto requiere reabrir un debate que la CCI-FICCI no han aclarado y en el que se manifiestan las contradicciones interpretativas de ambas organizaciones. Es el caso del fraude electoral de 2006. Empezaríamos asumiendo que la CCI-FICCI aceptan la hipótesis de dicho fraude - en realidad un vulgar fraude a plena luz del día - y no lo consideraran como una de las coartadas de otra maquinación de la burguesía con el objetivo de encauzar al proletariado por la vía de la defensa de la democracia burlando la democracia misma. Aceptada la existencia de dicho fraude, habría que reclamar entonces una reinterpretación de los hechos que la CCI-FICCI no han realizado. Por un lado, la CCI-FICCI asume la existencia de conflictos de intereses entre diferentes fracciones de la burguesía, mismos que están en sincronía con los distintos intereses imperialistas encontrados, lo cual aunque aceptable en términos generales sigue implicando un reduccionismo interpretativo al concebir a las fuerzas y personalidades políticas nacionales como meros instrumentos de potencias extranjeras. Por otro lado, la CCI-FICCI han privilegiado la explicación de la democracia en tanto mecanismo de dominio predilecto de la burguesía contra el proletariado, lo cual supone que las distintas fracciones de la burguesía cuentan con la disciplina necesaria como para dirimir sus diferencias y pactar los acuerdos necesarios para presentarse como bloque unificado con el proletariado, sin importar que este último brille por su ausentismo político.
  • Sin embargo, en 2006, la burguesía mexicana no optó por la democracia sino por un evidente fraude electoral, el segundo en las últimas 4 elecciones presidenciales del país: 1998 (fraude contra el candidato de izquierda), 1994, 2000 y 2006 (fraude contra el candidato de izquierda).
  • La CCI-FICCI junto con el Subcomandante Marcos y junto con el que esto escribe, creímos que la burguesía mexicana daría en esta ocasión oportunidad de gobernar a una “izquierda” que había dado pruebas ya de domesticación y congruencia neoliberal. Desde esta perspectiva, la burguesía mexicana habría ganado mucho dándole credibilidad al juego democrático, a la alternancia y, sobre todo, dejando que un gobierno “de izquierda” siguiera gestionando la crisis, aprovechando la enorme popularidad de AMLO en el pueblo mexicano. Así ocurrió en Brasil con Lula, por ejemplo. ¿Por qué no pensar que la burguesía mexicana seguiría los pasos de la burguesía brasileña? (Siguiendo con la nota, el Subcomandante Marcos quedó completamente descolocado al abrir fuego verbal virulento contra AMLO teniendo en mente que había que posicionarse con antelación en la oposición a la izquierda en el gobierno, lo cual contrastó con sus anteriores devaneos con el cardenismo perredista y, peor aún, con su crítica ante todo visceral y falta de contenido político-programático, no logró más que ganarse antipatías entre la mayorías que siguen a AMLO sin sembrar la semilla de una posterior reflexión crítica entre sectores de esas mayorías).
  • Hay que reconocer que nuestra interpretación de una burguesía “democrática” resultó libresca y manualesca. La burguesía mexicana resultó ser más práctica y materialista. Simplemente ocurrió que, como parte de la espiral del conflicto imperialista mundial y el complicado panorama geopolítico en América Latina, EUA no estuvo dispuesto a conceder la más mínima posibilidad a un nuevo Chávez en su patio trasero más íntimo, un país que por su continuidad geográfica, su endeble y a la vez potencialmente explosivo tejido político y social, así como su peso demográfico, representa la pieza más importante de EUA en todo el mundo. El hecho de que México no figure como protagonista en el escenario mundial no se debe a su falta de importancia estratégica, sino porque es y debe ser una pieza totalmente sometida a los intereses de EUA y silenciada en el plano externo. EUA no estuvo dispuesto a conceder el más mínimo margen a un gobierno que pretendiese mantener soberanía sobre el petróleo, que volteara hacia el sur, hacia oriente y hacia Europa para tratar de contrarrestar a EUA, que invitara a empresas chinas o indias a invertir en el Golfo de México como ya lo está haciendo Cuba, que amenazara con diversificar sus reservas internacionales en euros, y medidas burguesas alternativas por el estilo, mismas que contrastarían con el encajonamiento y el unilateralismo pro-estadounidense por el que ha optado la burguesía mexicana.
  • Al parecer, la CCI se ha visto obligada a corregir la plana y explicar ahora el contenido del fraude electoral como producto de una fractura al interior de la clase burguesa, esto es, a la incapacidad para alcanzar acuerdos e integrar un frente unificado frente al proletariado utilizando la máscara democrática (y las “trampas” políticas que ésta conlleva). Esto es, la CCI recurre a otra parte de su arsenal explicativo: la teoría de la descomposición y del “cada quien para sí”. Aplicado en México, la fractura de la burguesía habría sido la expresión de esta tendencia.
  • Recientemente, a través de un intercambio de posiciones de la CCI con el Grupo Socialista Libertario, la CCI refirma sus posiciones en el sentido de que el período de la decadencia capitalista, abierto tras el estallido de la Primera Guerra Mundial, canceló indefinidamente cualquier tipo de diferenciación entre la derecha y la izquierda capitalistas. “Sin embargo, hay que tenerlo muy claro, no es el origen, el partido al que pertenezcan, ni siquiera sus intenciones u origen étnico lo que determina el tipo de política que aplicará, son las necesidades del sistema capitalista lo que define la actuación de los gobiernos, por eso es que hoy ya no es posible diferencia entre los programas de los partidos de derecha y de izquierda”. De ahí su caracterización de los procesos electorales como meros “circos”: “La decadencia del sistema capitalista ha hecho que las estructuras parlamentarias y por tanto los procesos electorales no sean sino circos que la clase dominante usa para hacer caer a los trabajadores en la trampa de la democracia. Por eso los partidos de izquierda que participan en éstos, haciéndose pasar cono ‘defensores’ de los explotados, no hacen sino reforzar las cadenas de opresión, son en realidad agentes del capital infiltrados en las filas de los trabajadores”, o “Por eso las elecciones y el posterior griterío por los ‘triunfos de los oprimidos’, son circos para desviar la combatividad y la conciencia de clase”. Y, “En el caso particular de AL, el ascenso de gobiernos de izquierda, ha permitido hacer creíble a la democracia, la cual habría perdido crédito ante la agravación de las condiciones de vida de la gran mayoría de la población. Por esto, aunque estos ‘nuevos’ gobiernos son expresión de la debilidad de la burguesía para unificarse y presentar un candidato que logre imponer la disciplina entre las diferentes fracciones, también son una gran oportunidad para fortalecer su dominio ideológico. Por ejemplo, con Evo Morales, la burguesía logró lo que en Bolivia no ocurría desde hace 40 años: el respaldo mayoritario de 54 por ciento en las votaciones, situación similar se presentó en Brasil, con Lula, en Argentina con Kirchner, o como lo que espera en México con López Obrador”. (“América Latina. Gobiernos de derecha o de izquierda: enemigos de la clase obrera”, correo electrónico de la CCI). No deja de sorprender la lectura abstracta de la realidad por parte de la CCI, donde en el mejor estilo hegeliano - cuando su idea no coincide con la realidad, peor para la realidad - han escogido como caso ilustrativo a Bolivia, país que está al borde de una guerra civil instigada por la burguesía cruceña - de la rica provincia de Santa Cruz, rica en... petróleo y gas - e inducida por Washington que, no por nada, ha dispuesto de una base militar en el vecino Paraguay. Un problema de mayor profundidad es la interpretación teórico-histórica de la decadencia capitalista y sus efectos en la sociedad capitalista en su conjunto, debate que hemos abordado en otros documentos. Sin embargo, es de destacar por el momento los efectos que la “decadencia” capitalista ejerce al interior de las burguesías latinoamericanas pues, según la CCI, no estaríamos siendo testigos de conflictos reales al interior de las clases dominantes sino tan sólo a una indisciplina e incapacidad de montar buenos “circos electorales”. Seguramente, esta incapacidad e indisciplina es lo que explicaría la profunda crisis del sistema político argentino durante 2001-2002 y el golpe de Estado contra Chávez en Venezuela.
  • No abordamos por el momento factores vinculados que suelen desestimarse en los análisis marxistas por considerarlos aspectos superestructurales y que tienen que ver con factores ideológicos como la religión y el racismo característico de la configuración racial-clasista del capitalismo mexicano (expresiones ideológicas que, en realidad, están íntimamente enraizadas en el terreno económico y político). Sin lugar a dudas, la polarización social ha engendrado toda una serie de fenómenos ideológicos etiquetados como “derechización”: envenenamiento racista (criollos blancos vs. mestizos morenos), ascenso de la religión vs. el Estado y la educación laica promovidos por el régimen de partido único, regionalismos, etc., mismos que afloraron en las elecciones mexicanas de 2006.
  • Bajo esta interpretación, con la que sigue comulgando al parecer la FICCI, no solamente se borra la interrelación entre los factores nacionales e internacionales que la CCI y la FICCI reclaman, esto es, la existencia de AMLO no representa la expresión nacional de una tendencia internacional, sino solamente una voz demagógica que recurre a las viejas vestimentas del nacionalismo y populismo para enganchar y engatusar al proletariado.
  • Sostengo por el contrario una interpretación diferente, basada en la convicción de que las expresiones del nacionalismo burgués representan una fuerza política real, y no sólo una maquinación artificial de la burguesía. Concebidas como fuerza política real se manifiestan tanto por su presencia y congruencia políticas como por su programa político e influencia ideológica. Por otra parte, sin embargo, el nacionalismo y el reformismo comúnmente vinculado con el primero, contienen un discurso coherente y fundamentado, no obstante que las fuerzas políticas reales que lo sustentan puedan ser débiles, derrotadas o, como ocurre frecuentemente, oportunistas y claudicantes. Esto quiere decir que, no obstante la inconsistencia política real del nacionalismo burgués, al menos como ideología congruente y articulada representa para las masas obreras y populares un atractivo mayor que el comunismo. De ahí la importancia de desarticular y contrarrestar teórica y propagandísticamente este discurso. Sostengo que la caracterización del nacionalismo como una mera ideología burguesa no es argumento suficiente como para disuadir al proletariado. Hay que demostrar teóricamente porque incluso el nacionalismo más coherente es inviable.
  • ¿Cómo se vincula todo este rodeo con el punto en cuestión? El punto en cuestión fue insistentemente planteado a la FICCI en otras ocasiones a instancias mías. Anexo a este documento, una carta enviada a la FICCI en relación a posición revolucionaria frente la privatización de los energéticos, fechada en septiembre de 2003. Por otra parte, la respuesta del BIPR a mis planteamientos se publicó en el sitio web de la organización. La discusión de hoy como la de ayer, se puede centrar en dos argumentos expuestos por la CCI en el volante titulado “Sobre la privatización de la industria eléctrica”, difundido en septiembre de 2002, ver anexo)
  • Por un lado la CCI declara que “De frente a los aturdidores cantos demagógicos y los ríos de tinta usada para “justificar” su campaña patriotera, es obligación de los comunistas señalar que ninguna nacionalización o estatización de empresa o industria ha sido alimentada o conducida para aliviar las penurias de los asalariados, y por el contrario, son mecanismos de apuntalamiento del sistema de explotación, en tanto mantiene las relaciones de producción intactas, modificando tan sólo el carácter jurídico de la propiedad, pero su naturaleza queda intocada, es decir, su esencia capitalista perdura, en tanto se continúa la apropiación de la plusvalía por parte de la burguesía, que ahora esconde su personalidad en el Estado.” Argumento correcto.
  • Por otro lado, la CCI argumenta “El caso del control de la industria eléctrica por parte del Estado, no respondió (ni responde) a una preocupación de mejoramiento de la vida de los trabajadores, sino a una estrategia de la burguesía para reactivar el proceso de acumulación que el capital privado ya no podía llevar a cabo. No obstante, si en el pasado la estatización la consideraron como una medida adecuada, el peso de la crisis capitalista obliga a la burguesía a desempolvar sus viejas estrategias económicas y condenar lo que ayer alabó, sembrando ahora sus esperanzas para paliar la crisis en mecanismos de liberalización de los procesos económicos”. Argumento a mi parecer incorrecto. Por el contrario, el peso de la crisis capitalista y las realidades geológicas del planeta, han obligado a las burguesías nacionales a defender la propiedad nacional de los hidrocarburos y los energéticos en función del carácter estratégico de los mismos. Una defensa nacional que quizá corre por cuenta de empresas “privadas” apuntaladas y protegidas por los Estados: Washington invadió la segunda reserva petrolera en el mundo, Irak, utilizando para ello toda la maquinaria bélica financiada con recursos estatales, para obsequiárselas a sus empresas petroleras “privadas”, con funcionarios públicos a la Dick Cheney y Condolezza Rice que emergieron de empresas “privadas” estadounidenses y devuelven a éstas todo tipo de favores y concesiones que tienen muy poco que ver con la “liberalización de mercados” y si mucho que ver con el capitalismo de Estado y, por ende, nacional-imperialista; al mismo tiempo se niega la absorción de empresas petroleras estadounidenses por empresas petroleras chinas, violando flagrantemente las leyes del libre mercado tan profusamente pregonadas. Por otro lado, mientras la CCI sostenía un credo “neoliberal-marxista” creyendo que a las burguesías les resultaba conveniente privatizar las empresas energéticas, Putin y los “siloviki” rusos daban marcha atrás a las políticas aperturistas de la era Yeltsin, dándose a la tarea de reconstruir el poder nacional (o al menos contener el pronunciado declive de esa nación) apoderándose de las empresas privadas, estatizándolas o manteniendo su figura privada pero bajo un esquema de fortalecimiento del vínculo estatal. Ni qué decir de Irán, donde los herederos de los ayatolas nunca se tragaron el anzuelo de la privatización. La mayor sorpresa provino, sin lugar a dudas, de un país cuya región, con excepción de Cuba (donde alguna vez casi se desata el intercambio nuclear durante la guerra fría) no suele jugar en los tableros mundiales: la Venezuela de Chávez.
  • Por el peso específico que los hidrocarburos adquirieron como energético fundamental del proceso de acumulación capitalista, por el impacto que este energético ejerce en las variables monetarias y financieras, por los recursos económicos que la renta petrolera genera a burguesías que no cuentan con el respaldo de una industria poderosa, y por la capacidad y la necesidad de rearme que posibilita y obliga la posesión de petróleo, el petróleo representa poder nacional. Representa poder económico y poder político a disposición de la nación que lo posea y lo sepa utilizar en función de sus intereses. El petróleo es, por tanto, una mercancía estratégica. Al petróleo y los energéticos no se los puede leer en clave tecnocrática y librecambista. De hecho, el librecambismo es, como bien denuncia la izquierda nacionalista, la propaganda utilizada por las potencias imperialistas para apoderarse de las riquezas petroleras de otros países... como es el caso de México.
  • En el fondo de la cuestión y del alegato nacional-reformista se encuentra la renuncia histórica de la burguesía mexicana ante cualquier aspiración, viable o no, por mayores márgenes de acción y autonomía frente a EUA. Ciertamente, el angustioso panorama del mundo de la posguerra fría, la amenaza de ver a una Europa volcada hacia sí misma y a sus capitales volcados hacia Europa del Este, apresuraron a Salinas de Gortari a buscar una “relación especial” con EUA, tratando de obtener alguna garantía de salvaguarda, costase lo que costase en términos de soberanía y autonomía política. En estos momentos, sin embargo, la supuestas ventajas del NAFTA parecen haberse agotado, México concentra el 90% de su comercio con EUA (ningún país latinoamericano ha llegado a eso) y recientemente ha perdido presencia en el mercado estadounidense frente a la competencia china, a pesar de que China no ha sido beneficiada por ningún acuerdo comercial formal. México se ha convertido en el país que más remesas de trabadores inmigrantes recibe en el mundo, rebasando a la India y China, países que tiene 10 veces más población que México. Las remesas de trabajadores compiten en cantidad con la inversión extranjera directa y con los ingresos petroleros. Seguramente, los ingresos del narcotráfico complementan la otra parte de la explicación que ha hecho posible que este país no estalle en pedazos tras la severa cadena de crisis económicas sucedidas desde la década de los ochenta.
  • Frente al comportamiento de la burguesía mexicana contrasta el comportamiento de otras burguesías del subcontinente. Ciertamente la caracterización de la "izquierda populista-nacionalista-reformista" a la que nos referimos se ha convertido en un tema de moda. El asunto es proporcionar un análisis propio de la izquierda comunista. Entre nosotros el consenso es que es una izquierda burguesa, ya que finalmente procura maximizar la acumulación de capital de los países que gobierna, acumulación que se basa en la explotación de la fuerza de trabajo. Sin embargo, en este sentido, ¿En qué se distingue dicha "izquierda" de la "derecha" como tal? ¿Por la ruptura con el neoliberalismo? Sabemos que no es así ya que los distintos gobiernos de izquierda combinan distintos cocteles de políticas estatistas y privatizadoras. El abanico de posibilidades van, y esto es lo que enfatizan los medios y analistas de todo tipo, desde la versión de izquierda "light", "moderada", "responsable" y "neoliberal" de los casos chileno, brasileño y uruguayo (Bachelet, Lula, Tabaré Vazquez) hasta la "radical" y "revolucionaria": su líder es, por supuesto, Chávez y sus seguidores, Castro (quien ha pasado a segundo plano) y Evo Morales.
  • Sin embargo, lo que puede servir de elemento diferenciador de estas izquierdas, y sólo en algunos casos, es la capacidad de encarnar las aspiraciones de una autonomía nacionalista burguesa frente a EUA, con y sin el apoyo de las mismas burguesías locales. Por ejemplo, utilizando el activo del petróleo para sostener una política nacionalista beligerante y aventurera como en el caso de Chávez, que implica un proceso de rearme y una política exterior activa con asociaciones extracontinentales (China, Rusia, Bielorusia, Irán...), el desafío al dólar (amenaza de sustituir al dólar con el euro en las transacciones petroleras, la misma medida que le costó a Hussein la invasión anglo-americana del 2003), subsidio y compra de voluntades de gobiernos afines (Bolivia, Cuba, Ecuador y Nicaragua), impulso de alianzas con bloques comerciales regionales opuestos al ALCA norteamericano: ALBA y Mercosur... Todo ello sin que dejen de existir, al mismo tiempo, roces y diferencias entre estos mismos países, y aquí sobrevienen otro tipo de problemas: la resistencia al imperialismo brasileño, que ha tornado conflictiva la relación tanto en el caso Brasil-Venezuela como Brasil-Bolivia. En este caso yo creo que el aspecto que más pesa no es el ideológico sino el geopolítico. Yo creo que Chile, por ejemplo, mantiene con Bachelet el mismo orden de prioridades geopolíticas que su situación geográfica, económica y política le determina, por lo que hay una continuidad con los gobiernos anteriores. Por su parte, me parece que en el caso de Lula, el gobierno de "izquierda" ha sabido expresar con mayor contundencia el nacionalismo burgués en comparación con otros gobiernos de ese país, y que en ese trayecto ha contado con el apoyo y consenso de la burguesía brasileña que es la más consolidada y con intereses propios del subcontinente (Brasil tiene industria aeronáutica y un sector energético desarrollado no sólo con Petrobras sino con sus inventos patentados para los biocombustibles, mismo que han hecho creer a la burguesía brasileña que la destrucción del medio ambiente es la solución energética del siglo XXI). Brasil no desarrolla una política aventurera y riesgosa como la de Chávez, sino que se comporta como un imperialismo "más responsable", asertivo y conciente y con mayores cartas que las de Chávez: encabeza, por ejemplo, un Mercosur (que es un acuerdo comercial opuesto al ALCA pero no en el sentido que la "izquierda" le atribuye como sistema comercial "alternativo", sino como un esquema de integración regional capitalista más favorable a las elites exportadoras brasileñas y argentinas, que además tienen más lazos comerciales con Europa que con EUA). Brasil juega a la carta de la confrontación con EUA, pero sin asumir posiciones riesgosas que pudieran poner al país en posición de sufrir una agresión militar (de la misma manera en que Alemania y Rusia, por ejemplo, tienen que cuidar sus pasos frente a EUA, al mismo tiempo que procurar afianzarse frente a EUA en todo lo que hacen), y puede incluso jugar a las alianzas con EUA como actualmente lo hace patrocinando su etanol y sus biocombustibles, lo que ha hecho hacer rabietas a Chávez y Castro, todo lo cual no es otra cosa, a mi parecer, que expresión de intereses burgueses nacionalistas. Dicha capacidad de nacionalismo depende, insisto, de las posibilidades económicas y geopolíticas de cada país. Brasil - por su tamaño e industria - y Venezuela - por su petróleo y por su presidente - son los países con mayor voluntad nacionalista burguesa. Se contraponen ambos a la burguesía mexicana que, desde mi punto de vista - y también determinado por su situación geográfica y liderazgo político - ha optado por posicionarse en el mundo de una manera subordinada a los EUA, confiando en que, frente a un mundo desafiante y lleno de riesgos, la opción menos mala es la de ganar los favores de Washington. Se coloca así junto a la burguesía de Colombia y Perú. Pero en todo caso son las mismas posiciones que enfrentan todos los gobiernos y burguesías del mundo: con quién alinearse y hasta que punto arriesgarse a jugar por una posición puntera que trae aparejados otro tipo de riesgos. En otros escenarios los movimientos de piezas son la regla también: la anterior Libia beligerante acaba de desmarcarse de sus anteriores posiciones para adoptar una actitud más servil frente a Europa y EUA, por ejemplo. Georgia apuesta a EUA, pero Kazajstán y Ucrania pueden estar en un impasse y así nos seguiríamos con distintos países. Quizá faltaría caracterizar también a las formas ideológicas que movilizan a los distintos nacionalismos: ¿Por qué en América Latina el nacionalismo, el indigenismo y el simbolismo de izquierda - el Che Guevara por ejemplo - juegan el papel aglutinador que en Oriente puede jugar el Islam o, en Asia Central y Europa Oriental el rechazo a Moscú, etc.?
  • En resumen, creo que si hay diferencias reales entre la "izquierda" y la "derecha": en algunos países y sólo en éstos, la izquierda funge como catalizador de una posición nacionalista burguesa más marcada, esto es, la distinción se aprecia más en el ámbito externo. Sin embargo, a nivel interno destacan las políticas internas-reformistas: rehabilitación de ciertos aspectos del Estado de Bienestar y el asistencialismo que aún sin diferenciarse mucho de lo que el capitalismo prodigó con el New Deal de Roosevelt o el gobierno de Perón en Argentina, sirven más como medidas distribucionistas destinadas a contener el descontento social. Chávez lleva la delantera en este terreno por los ingresos petroleros, pero lo mismo hacían las aristocracias sauditas y kuwaitíes con todo su excedente petrolero.
  • Finalmente, de esto se deriva otra consecuencia importante para el análisis marxista: el relacionado con la consistencia de las burguesías nacionales. Hemos pretendido que las burguesías periféricas asuman el juego político democrático que despliegan las burguesías centrales, permitiendo incluso que gobiernos de izquierda se alternen en el poder. La CCI-FICCI ha dado prioridad, por tanto, a la interpretación que hace del juego democrático el interés primordial de toda burguesía. Sin embargo, y no obstante que en todas las burguesías del mundo existen contradicciones y enfrentamientos, deberíamos distinguir, como uno de los elementos distintivos del imperialismo, la capacidad de las burguesías más desarrolladas para confluir en el interés nacional, una capacidad que es resultado de un proceso histórico cristalizado en instituciones, poderío industrial, mentalidades, etc. Por el contrario, las burguesías periféricas suelen ser precarias, acomodaticias e incapaces de articular un proyecto nacional y pasar, dado el caso, a uno imperialista. Esta carencia histórica pretende ser artificialmente sustituida por líderes, caudillos o clanes que apuestan al poder estatal para articular una nación burguesa.
  • ¿En qué consiste el posicionamiento comunista? Creo que el punto en el que debemos concentrar nuestro ataque es el sistema capitalista mundial más allá de los distintos contornos burgueses nacionales. Esto es, no debatir los logros, alcances y significados de las burguesías en sus respectivos países. Así terminaríamos cediendo no sólo ante los logros en materia de salud y educación de Cuba y Venezuela - como hace toda la "izquierda" de nuestro continente - sino que, más aún, deberíamos hacerlo también, dado el caso, frente a los logros de China, Taiwán y Corea que han sido historias capitalistas más exitosas. En pocas palabras, habría que cuestionar al reformismo nacionalista a partir de las posibilidades reales del "nacionalismo reformista en un solo país". Es decir, ¿Es posible y viable que un país, con la mejor y más deseable burguesía nacionalista al mando, pueda escapar de las tendencias mundiales del capitalismo hacia la sobreacumulación, la asfixia comercial, la conformación de bloques comerciales, la inevitable pugna política y militar entre estos bloques, la carrera armamentista y la guerra imperialista, el agotamiento del planeta y de las materias primas, etc., etc.? La fortaleza y piedra de toque del comunismo debe ser la teoría marxista de la crisis capitalista, puesto que ella nos conduce a entender que los capitalismos nacionales exitosos no tienen otro fin que la ruina del sistema capitalista en su conjunto, esto es, que mientras mayor sea el éxito de la acumulación capitalista en un país, ésta no hace sino abonar, a mediano y largo plazo, a la sobreacumulación capitalista a escala mundial.

27 de noviembre de 2007

Al camarada N.

Estimado compañero:

Hemos comentado tu correspondencia del 21 de noviembre, sobre los aspectos de la situación en México y tu preocupación de que los comunistas intervengan correctamente, para que - como dices - la clase obrera tenga al menos “un referente político diferente” al del izquierdismo y la izquierda del capital. Es decir, según nosotros, para que los comunistas - en la medida de sus fuerzas - cumplan con su función de dar una orientación política a la clase.

Señalas muchos puntos importantes para la discusión. Lo único que subrayaríamos de entrada es que todos esos puntos deberemos abordarlos no sólo en el marco estrictamente “nacional” (lo cual sería unilateral y limitado) sino, precisamente en el contexto de la situación del capitalismo en general, es decir en el contexto de la situación mundial. Para poner un ejemplo concreto: “el proceso de militarización y represión creciente” del país. Como tú mismo lo mencionas, no es una iniciativa aislada del actual gobierno “de derecha” - tal como lo denuncian los izquierdistas - , sino que tambén es abiertamente impulsado por los Estados Unidos (Plan Mérida, etc.). Lo qué tenemos que discutir es ¿a qué obedece esta política de las burguesías?, más aún cuando es impulsada no solamente por la primera potencia mundial en todo el mundo (incluyendo por supuesto a toda América Latina), sino por todas las potencias imperialistas - grandes, medianas y pequeñas: leyes y medidas de vigilancia estrecha hacia las personas (lo que incluye especialmente el control de los inmigrantes), de “legalización” de la tortura, de sacar el ejército a las calles, etc.; junto al crecimiento de los presupuestos militares, de la carrera armamentista, etc. Para nosotros todo esto es una expresión más de la preparación que lleva a cabo la burguesía con el objetivo a plazo de “solucionar” la crisis a través de un nueva guerra imperialista generalizada; situación de la que no se escapa tampoco la burguesía mexicana (especialmente por el papel geo-estratégico que juega México en relación a los Estados Unidos). Y todo esto no es para “consolar” a los trabajadores mexicanos acerca de que “en todas partes está igual o hasta peor la situación”, sino al contrario, para contribuir a que comprendan el grave significado que tiene esta militarización, hacia dónde nos conduce el capitalismo en su conjunto, y la necesidad de luchar - como clase - contre éste.

En fin. En esta discusión, uno de los puntos que nos parece más necesario clarificar ante la clase - y sobre el cual te proponemos iniciar el debate - es la que tú planteas sobre la del proceso de “privatización de PEMEX y la CFE” (petróleos mexicanos y compañía de luz). Efectivamente, pensamos que está en marcha una fuerte campaña ideológica de la burguesía sobre estas cuestiones, la cual seguramente arreciará dentro de poco y sobre la cual, como lo señalas, los comunistas_ “debemos participar”_, tener una voz clara, ser también sobre esto una referencia política para nuestra clase.

Así pues, una primera cuestión para plantearnos y desarrollar sería:

¿Cuál debe ser la postura y la participación de los comunistas ante la privatización de los monopolios estatales como el de petróleos y la electricidad? O, todavía más específicamente: ¿Cuál debe ser la orientación política que los comunistas deben dar a la clase obrera ante los llamados de ciertas fuerzas políticas - las que tú llamas “nacionalistas-reformistas” - a “defender la nacionalización de los recursos naturales ante los intentos de privatización”?

Esperando tu respuesta, te saludamos fraternalmente.

Por la fracción. Ldo.

Sin embargo, hay que tenerlo muy claro, no es el origen, el partido al que pertenezcan, ni siquiera sus intenciones u origen étnico lo que determina el tipo de política que aplicará, son las necesidades del sistema capitalista lo que define la actuación de los gobiernos, por eso es que hoy ya no es posible diferencia entre los programas de los partidos de derecha y de izquierda.
La decadencia del sistema capitalista ha hecho que las estructuras parlamentarias y por tanto los procesos electorales no sean sino circos que la clase dominante usa para hacer caer a los trabajadores en la trampa de la democracia. Por eso los partidos de izquierda que participan en estos, haciéndose pasar cono ‘defensores’ de los explotados, no hacen sino reforzar las cadenas de opresión, son en realidad agentes del capital infiltrados en las filas de los trabajadores. Al conservar el nombre y el lenguaje obrero o ‘revolucionario’, lo hacen para mantener a los explotados sumidos en la ilusión de que su voto a un candidato ‘que luche por ellos’ puede hacerlos ganar y mejorar.
Por eso las elecciones y el posterior griterío por los ‘triunfos de los oprimidos’, son circos para desviar la combatividad y la conciencia de clase.
En el caso particular de AL, el ascenso de gobiernos de izquierda, ha permitido hacer creíble a la democracia, la cual habría perdido crédito ante la agravación de las condiciones de vida de la gran mayoría de la población. Por esto, aunque estos “nuevos” gobiernos son expresión de la debilidad de la burguesía para unificarse y presentar un candidato que logre imponer la disciplina entre las diferentes fracciones, también son una gran oportunidad para fortalecer su dominio ideológico. Por ejemplo, con Evo Morales, la burguesía logró lo que en Bolivia no ocurría desde hace 40 años: el respaldo mayoritario de 54por ciento en las votaciones, situación similar se presentó en Brasil, con Lula, en Argentina con Kirchner, o como lo que espera en México con López Obrador.

“América Latina. Gobiernos de derecha o de izquierda: enemigos de la clase obrera”, correo electrónico de la CCI