Crisis, guerra y catástrofe ambiental: ¡No hay alternativa a la revolución social!

En el _2019 la humanidad se encuentra en un lugar cada vez más peligroso. Las consecuencias del estancamiento económico global, producto de una profunda crisis de rentabilidad, pueden verse en el auge del nacionalismo, el racismo y la xenofobia. Estos, a su vez, amenazan no sólo con aumentar la creciente proliferación de guerras interminables en todo el mundo, sino con la posibilidad, más tarde, de un conflicto más general. Las guerras actuales no están desconectadas de los desastres ambientales que la búsqueda de ganancias ya ha infligido a millones en todo el mundo. Si se permite que el capitalismo continúe, este amenazará, de una manera u otra, la misma existencia del único hogar de el que dispone la humanidad._

Una economía en crisis

El mundo de 2019 todavía está dominado por los mismos elementos que llevaron a la peor crisis financiera del período de posguerra hace una década. Describimos entonces cómo el estallido de la burbuja especulativa creó una crisis financiera para las principales entidades de crédito norteamericanas y luego se cayó en cascada para engullir los mercados financieros globales. Sin embargo, el origen de esta crisis no está en la esfera financiera, que no es más que un brote, sino en la economía real.

A pesar de los aumentos de la productividad, las alzas y las bajas, a pesar del traslado de gran parte de la producción a las economías de bajo sueldo, la rentabilidad de las inversiones en los sectores capitalistas más avanzados viene disminuyendo desde hace décadas. Como resultado, cada vez más capital está abandonando la economía "real", la que produce bienes y servicios y crea un nuevo valor a través de la explotación de la fuerza de trabajo, para perseguir el espejismo de los beneficios fáciles ofrecidos por la especulación. Un intento, para reemplazar, de alguna manera, las ganancias en el sector productivo con ganancias especulativas. Esto solo ayudó a deprimir la producción "real" y condujo al crecimiento de capital ficticio, o instrumentos financieros respaldados por nada más que la deuda basada en crédito fácil. Como resultado, la economía se vio inundada por un océano de deuda, desde el Estado hasta las empresas e incluso las familias. Cuando las tasas de interés subieron ligeramente la burbuja estalló con las consecuencias globales que todos hemos visto. La explosión no sólo golpeó el aparato financiero-los bancos que tuvieron que ser salvados a cualquier costo (demasiado grandes para fallar)-también tuvo un fuerte impacto en el tejido productivo frágil que originalmente la generó, trayendo tasas salariales más bajas y una mayor explotación para el proletariado internacional.

Hoy, la situación no solo no ha mejorado, sino que ha empeorado. Entre el 2000 y el 2009, la deuda global (estatal, corporativa, personal) aumentó de $ 57 a $ 109 billones. Para julio de 2018 se había elevado a $ 247 billones. El primer trimestre de este año trae presiones añadidas. La producción mundial de fabricación (medida por los economistas de JP Morgan) en realidad está disminuyendo. Lo mismo ocurre con el comercio mundial. Las ganancias corporativas, que son los principales impulsores de la inversión, también están disminuyendo en algunas de las economías más ricas. China acaba de anunciar la mayor caída en las ganancias industriales en diez años, un descenso del 14% en enero-febrero respecto al año pasado. Después de más de una década de Flexibilización Cuantitativa, la economía no ha cambiado fundamentalmente. De acuerdo con el Banco de Pagos Internacionales, al menos el 20% de las compañías del mundo son "zombies" (es decir, no ganan lo suficiente para pagar su deuda). El FMI acaba de reducir (abril de 2019), sus previsiones de crecimiento para la economía mundial durante los próximos dos años, pidiendo a los gobiernos que recorten sus deudas y equilibran sus presupuestos para que tengan cierto margen de maniobra cuando regresen los malos tiempos (al parecer, ¡ahora tenemos los "buenos tiempos"!). En resumen, el sistema aún está padeciendo los mismos problemas que hace diez años. La diferencia es que no podrán repetir los mismos trucos para salvar el sistema en el caso de lo que muchos (y no solo los críticos como nosotros) ven como la próxima caída inevitable.

¿La "solución" capitalista?

Por el momento, la única manera en que el capital puede intentar salir de la crisis económica y financiera a corto plazo es a través de devaluaciones competitivas, especulación, tarifas de importación, la explotación más intensa de la fuerza laboral y el desmantelamiento del estado de bienestar. Así, la competencia está aumentando en todos los frentes – manufacturero e industrial, comercial, monetario y estratégico – pero porque no resuelve el problema económico, se está convirtiendo en una confrontación militar más abierta. A fin de cuentas, sólo una destrucción sustancial de los valores de capital puede resolver la crisis de rentabilidad del capital. No fue por casualidad que en la segunda guerra mundial los sectores productivos fueron los más devastados y esta destrucción del capital sentó las bases para la recuperación de la posguerra.

Las consecuencias globales ya son terribles para muchos. En los bordes de del sistema, Estados están fallando (Somalia, Malí, Congo, etc.) y/o están engullidos por las guerras civiles (como en Yemen, Libia y Siria). En Siria una serie de episodios han traído consigo la ruina de un país entero con 2 millones muertos y más de 4 millones refugiados y más de la mitad de la población "desplazada internamente". Turquía, Rusia, Irán y el eje chiíta están por un lado, los Estados Unidos, Israel y el eje sunita están por el otro. Cada uno tiene sus propios intereses para defender, mientras que en el medio los diversos nacionalismos kurdos se han convertido en el instrumento militar de un imperialismo y por lo tanto el blanco para otros, a pesar de que son parte de la misma coalición. No es un producto de la imaginación pensar que el próximo choque financiero, impulsado por el aumento de las tasas de interés, conducirá a una situación económica aún peor en todo el mundo y traerá consigo el peligro de una guerra más generalizada a través de una intensificación de las guerras actuales o el brote de otras nuevas.

Un mundo al borde del abismo

Pero otra guerra global no es la única amenaza que la existencia duradera del capitalismo representa para la humanidad. El calentamiento global, que ahora se ha convertido en una amenaza para la vida en la Tierra a largo plazo, es solo la parte más publicitada de una degradación ecológica general del planeta. Esta degradación se debe a la forma en que opera el sistema capitalista, cuyo resultado es una demanda continua e implacable de ganancias y la reducción de los costos de producción. La necesidad del sistema de un crecimiento infinito y derrochador contradice los recursos finitos de la Tierra. Bajo el capitalismo, la naturaleza es un recurso para ser explotado despiadadamente, por un lado, y por el otro, como un basurero en el que se pueden botar indefinidamente cantidades inagotables de basura tóxica.

Los activistas ambientales han sido muy buenos en publicitar las consecuencias del calentamiento global y la degradación ambiental (casquetes de hielo del Ártico, tundra deshelada, deforestación, contaminación oceánica, etc.) pero no pueden ofrecer una solución. Esto se debe a que no abordarán la causa a la raíz del problema, que es el propio sistema capitalista. Solo cuando los problemas ecológicos comiencen a afectar las ganancias, los capitalistas comenzarán a tratarlos seriamente, pero para entonces será demasiado tarde para hacer algo al respecto. Y muchas "propuestas verdes" son "soluciones" capitalistas de clase media. Algunas son solo otra engañifa comercial, como en el caso de los intercambios de carbono. Otros golpean a la clase trabajadora y los más pobres en la sociedad con impuestos verdes. Al hablar constantemente de lo que "nosotros" debemos hacer (como si los trabajadores fueran responsables de las malas acciones del sistema) e ignorando la división de clases en la sociedad, plantean la solución como una opción para los individuos y no como un problema que solo puede ser abordado mediante la acción global concertada. Un capitalismo en crisis, donde cada estado y corporación persigue cada pedacito de ingreso, no puede asumir el gasto de reducir las emisiones. El reloj no se detiene, pero no hay alternativa. Todo el sistema de producción basado en el trabajo asalariado y el capital debe ser reemplazado por un sistema sostenible que produzca sin fines de lucro sino para las necesidades humanas.

Existe una alternativa – la lucha de clases

Mirado desde cualquier ángulo, las contradicciones del sistema capitalista amenazan no sólo la vida cotidiana de la mayoría de la población mundial hoy en día, sino el futuro propio de la humanidad. Basta con mirar lo que ha sucedido desde la última crisis. Rescatar a los bancos para salvar el sistema sólo ha llevado a una concentración obscena de riqueza en cada vez menos manos. El número de multimillonarios casi se duplicó desde el choque financiero y en el 2018, 26 personas poseían tanta riqueza como los 3,8 mil millones que componen la mitad más pobre de la humanidad. Y la brecha se hace más amplia cada día. Y mientras que la facilitación Cuantitativa, etc. ha proveído un poco de oxígeno para el sistema, esto sólo ha aplazado la crisis. No es una solución y está siendo pagada por un asalto a los trabajadores del mundo.

La austeridad ha significado un ataque directo a los salarios (que en general siguen cayendo a pesar de las leyes sobre salarios mínimos), la intensificación y la precarización del trabajo, los recortes en el bienestar y los recortes a servicios vitales como la educación, la salud y el cuidado de los ancianos.

La respuesta no es, como afirman los reformistas, tener un capitalismo "más justo" por medio de "impuestos a los ricos". La explotación y la opresión permanecerían intactas. No existe tal cosa como un capitalismo mejor. De hecho, todas las señales son que hoy el capitalismo sólo empeorará.

Las víctimas en todas partes son la clase obrera, pero su respuesta en todo el mundo ha sido silenciada hasta ahora. Esto se debe a muchas razones complejas. La reestructuración masiva de la producción que vio la manufactura pasar de las zonas del corazón de capitalismo a la periferia con bajos salarios desorganizó la clase durante décadas. Hoy en día algunos todavía temen luchar en caso de que su situación precaria se agrava, y esto hace que sea difícil para aquellos dispuestos a luchar para organizar colectivamente cualquier tipo de resistencia. Peor aún, los diversos asaltos ideológicos de la propaganda nacionalista, xenófoba y de "identidad" han socavado el sentido propio de la clase de sí misma y, por ende, su fuerza colectiva. Lo más obsceno de todo ha sido la desviación de la ira de algunas de las víctimas de la crisis lejos del verdadero villano, el sistema capitalista, hacia el "otro". Los inmigrantes que se trasladan hacia el norte por las mismas guerras, degradación ambiental y pobreza que el propio sistema ha producido, se enfrentan a más racismo y discriminación oficialmente orquestados si sobreviven el viaje.

A pesar de todo esto, la clase obrera internacional sigue siendo la última esperanza de la humanidad. Como la clase productora colectiva, que en realidad hace el trabajo para producir la riqueza real del mundo, potencialmente tiene la capacidad de detener el sistema en sus vías. Y más que eso. En su lucha colectiva contra los males del sistema, no sólo puede producir sus propios cuerpos para ejecutar huelgas, sino también la organización básica de una nueva sociedad (las Asambleas de los trabajadores pueden convertirse en consejos de trabajadores, los comités de huelga pueden convertirse en comités de fábrica). Esto está lejos todavía, pero hay razones para el optimismo.

Las huelgas salvajes en las maquiladoras de México, la lucha de clases en curso por todo Irán, acompañada de llamamientos para los consejos de trabajadores y el mar de disturbios industriales que es China (donde 400 huelgas en los dos primeros meses de este año han sido admitidas oficialmente) todo esto apunta a un aumento prolongado de la resistencia de clase. De una manera embriónica, la clase obrera mundial está comenzando a declarar su oposición antagonista hacia el sistema capitalista. Igualmente alentador ha sido el renovado interés por el comunismo entre una nueva generación. Se niegan a apoyar cualquier bando en todas las guerras imperialistas que se están dando en todo el planeta, rechazan el reformismo, así como la idea de que la URSS fue alguna vez socialista o que exista algún modelo socialista en cualquier parte del mundo de hoy. Esto también es importante, ya que la clase trabajadora no sólo necesita la organización mencionada anteriormente para construir una nueva sociedad, sino que también necesita forjar un arma política para reunir mediante su programa a la minoría comunista en la clase y liderar la lucha contra el capitalismo y todas las falsas soluciones "socialistas" presentadas por los partidos y grupúsculos de la izquierda capitalista (de maoístas y estalinistas a trotskistas y socialdemócratas).

Muchos comunistas reconocen que la clase trabajadora necesita una nueva organización política internacional para proporcionar una visión política a largo plazo y guiar conscientemente esa lucha en una dirección comunista. Esta organización política no es un gobierno en espera y ciertamente no es otro proyecto parlamentario (como mantienen los socialdemócratas y los estalinistas), sino un instrumento político necesario para unir y guiar el movimiento para la emancipación de la inmensa mayoría que emerge de la propia lucha de clases. La Tendencia Comunista Internacionalista se ha dedicado a ser parte de este tipo de organización política internacional, a luchar por un mundo sin clases o Estados, sin explotación ni fronteras, sin hambrunas y guerras, en el que la libertad de cada uno es la condición para la libertad de todos.

En el 2019, la elección que enfrenta la humanidad es cada vez más obvia: el colapso capitalista en guerra imperialista y/o la extinción ambiental o una nueva sociedad basada en el principio de "a cada uno según su necesidad, de cada uno según su capacidad".

La elección ante nosotros, en otras palabras, es entre el colapso social o el socialismo.

Declaración del Primero de mayo 2019 de la Tendencia Comunista Internacionalista

Il Partito Comunista Internazionalista (Battaglia Comunista) [Italia]

Communist Workers’ Organisation [Reino Unido]

Gruppe Internationaler SocialistInnen [Alemania]

Internationalist Workers’ Group [EE.UU.]

También han firmado la declaración

Klasbatalo [Canadá]

Internationalist Communists Oceania [Australia/Nueva Zelanda]

Los Angeles Internationalist Communists [EE.UU.]

Wednesday, May 8, 2019