Declaración del Primero de Mayo de 2025 de la Tendencia Comunista Internacionalista

El Primero de Mayo de 2025 encuentra al capitalismo, sin importar quién esté a cargo, empapando el mundo con la sangre de la clase trabajadora. Han pasado 50 años desde el fin del boom del capitalismo de posguerra. Después de décadas de disminución de la tasa de ganancia en la "economía real", la situación se está volviendo cada vez más grave a medida que la guerra se convierte cada vez más en la única opción para que los estados enfrenten la crisis insoluble del capitalismo. Las guerras imperialistas están ardiendo en todo el mundo, desde Ucrania, Oriente Medio, el Sahel africano, el Congo y otros lugares, y una guerra mundial generalizada se vislumbra en el horizonte. La clase obrera internacional no tiene ningún interés en estas guerras causadas por el sistema capitalista. Traen consigo un aumento de la represión de clase, las privaciones, el desplazamiento, la muerte y el genocidio: todo por un sistema que ya ha pasado su fecha de caducidad histórica. Esta crisis no tiene solución reformista: la solución de la clase obrera sólo puede ser la revolución.

¿Qué paz?

Trump prometió que dos de los conflictos más sangrientos dentro del imperialismo mundial, las guerras en Ucrania y Gaza, terminarían a poco tiempo de asumir el cargo. Ya está claro que la "paz" para Trump (y el resto de la clase capitalista) significa más derramamiento de sangre en el futuro. Encontramos en las conversaciones de Trump con Putin y en la humillación pública de Zelensky una oportunidad para que Estados Unidos redirija sus recursos hacia su principal rival imperialista, China, mientras que, con Putin, saquea completamente a Ucrania. Mientras presionan a Zelensky e para conceder la riqueza mineral de Ucrania a empresas estadounidenses (y no se equivoquen, la presidencia de Biden se comprometió a hacer lo mismo al hacer que BlackRock y JPMorgan Chase supervisaran la reconstrucción de posguerra de Ucrania), Rusia busca apoderarse de los grandes recursos naturales e industriales del este de Ucrania. Aunque está claro que la guerra en Ucrania se libró entre la OTAN y Rusia, con la estrategia estadounidense de hacer que Rusia librara una guerra de desgaste "hasta el último ucraniano", el resultado es menos seguro. Si el plan de Trump para romper la alianza entre una Rusia ahora debilitada y China es posible, será confirmado por los acontecimientos futuros. Seguramente, los capitalistas europeos están preocupados mientras su "coalición de los dispuestos" promete miles de millones de dólares en más armas a Ucrania y la UE cambia hacia una estrategia de rearme. También en Gaza, la "paz" nunca fue más que una tapadera para una masacre. Durante el alto el fuego del 19 de enero al 17 de marzo, al menos 170 palestinos fueron asesinados en Gaza y, en solo una semana después de que Israel comenzara de nuevo su bombardeo, más de 700 fueron asesinados. Y mientras Trump hacía gestos de un alto el fuego en Gaza, por un lado, estaba ideando planes para expulsar a toda la población palestina en Gaza —muchos de los cuales están en campos de refugiados en la frontera con Egipto— con el fin de crear una "Riviera del Medio Oriente", si tan solo pudiera obligar a Egipto y Jordania a aceptar un acuerdo sobre la logística de la limpieza étnica de la región.

El camino a la Tercera Guerra Mundial

En última instancia, a pesar de la riqueza de las palabras, Estados Unidos no tiene ningún interés en la paz. Las maniobras aparentemente extrañas de la administración Trump hacia Rusia, y también hacia Irán a través de un nuevo acuerdo nuclear, tienen que ver en realidad con aislar a China. El Estado chino es el verdadero líder de esta alianza de conveniencia que Estados Unidos pretende romper. Durante casi dos décadas, la política de Estados Unidos hacia China ha sido de beligerancia, y las tácticas actuales de Trump no son diferentes de las de Obama y Biden: el proteccionismo contra la economía china, el debilitamiento de los aliados de China y la preparación de los países de la OTAN para la guerra. Estados Unidos ve el poderío económico y militar chino como la mayor amenaza a su hegemonía. El Ejército Popular de Liberación es el ejército más grande del mundo, y la economía china superó a la de EE.UU. en 2014, ajustado a la paridad del poder adquisitivo, y se espera que supere el producto interno bruto de EE.UU. en la próxima década. A pesar de su fortaleza, China ha visto indicadores de crecimiento lento y durante años ha buscado expandir sus mercados en feroz competencia con Estados Unidos. En la búsqueda de una necesidad cada vez mayor de ganancias, ambas potencias se encuentran en desacuerdo y estas diferencias son irreconciliables. No está claro que el acercamiento de EE.UU. a Rusia vaya a funcionar, ya que podría fracasar y dejar a Europa más vulnerable a medida que EE.UU. comienza a retirar su apoyo militar al continente. En cualquier caso, el motivo es abrir una brecha entre Rusia y China y esto es algo que es más fácil decir que hacer. Rusia depende económicamente de China, ya que China ha sido su patrocinador público más poderoso y ha ayudado a Rusia a eludir las sanciones. Ambos tienen un interés compartido en promover el comercio fuera del dólar. Lo mismo ocurre con Irán: a pesar de su poder en la región de Oriente Medio, Irán se ve obstaculizado por las sanciones internacionales. Aunque China ha apoyado a Irán con acuerdos de combustibles fósiles que ayudan a mantener unido al Estado iraní, la economía iraní se está debilitando y su influencia política en Oriente Medio se ve socavada a medida que se debilitan sus fuerzas aliadas.

Blindar el Estado capitalista contra la guerra

La economía civil rusa se ha visto vaciada por la guerra larga y sangrienta en Ucrania. Ha sido capaz de sobrevivir a años de conflicto convirtiéndose en una economía de guerra, una en la que la industria de defensa es fundamental para la economía en su conjunto, y en la que se da prioridad a la autosuficiencia para capear cualquier sanción o posible bloqueo. En tiempos de conflicto mundial, el comercio mundial se ve muy afectado y la producción se lleva a casa en la medida de lo posible. Países como Rusia y China están más preparados para un conflicto global en este sentido, mientras que Europa y Estados Unidos dependen totalmente del comercio internacional. Además, aunque el gasto en defensa en Europa ha aumentado en la última década, su aliado estadounidense lo ha percibido como inadecuado. Y si bien los servicios sociales han experimentado una disminución en el último medio siglo, ha habido un gasto constante y, de hecho, un gasto deficitario para mantener los servicios sociales en funcionamiento. Trump no oculta el hecho de que "los europeos" van a tener que pagar su propia defensa. Para Estados Unidos y Europa, el giro hacia una economía de guerra ya ha comenzado en forma de promesas de gastar mucho en defensa. Europa ha esbozado un plan de 800.000 millones de euros en gasto adicional en defensa, acercándose a los casi 850.000 millones de dólares solicitados en defensa en el presupuesto de Estados Unidos. Por supuesto, Europa y Estados Unidos también se están tambaleando debido al enorme gasto necesario para hacer frente al Covid, lo que sitúa a muchos de estos países muy por encima del nivel del 100% de la relación deuda-PIB, algo que sirve como indicador de crisis futuras. La guerra se vislumbra en el horizonte, ya sea que haya espacio en el presupuesto o no, por lo que es probable que se impongan más medidas de austeridad a la clase trabajadora, que no solo soportará la peor parte de los servicios perdidos, sino que también se espera que se dirija a las líneas del frente en caso de que estalle la guerra.

En Estados Unidos, la administración Trump ha favorecido el proteccionismo extremo combinado con una política de inmigración de puertas cerradas y profundos recortes al gasto no militar del gobierno federal. Este enfoque de "Fortaleza América" rompe todas las reglas de lo que ha mantenido rentable al capitalismo durante los últimos cincuenta años. Sin embargo, este EE.UU. autárquico sería capaz de producir el equipo necesario para librar una guerra con China sin preocuparse por la interrupción de la cadena de suministro. Incluso las amenazas aparentemente extrañas de anexionarse Groenlandia y Canadá (y ayudar al intento de asegurar el control de las rutas marítimas del Ártico recién abiertas), así como de Panamá, pueden racionalizarse como intentos de controlar recursos críticos para la producción de defensa y para obtener el control total sobre el comercio en el hemisferio occidental. Al imponer aranceles altos a China y sus aliados en Europa y Canadá, Estados Unidos puede romper su dependencia del comercio exterior y obligar a sus aliados a hacer lo mismo, será la clase trabajadora la que pague el precio. Añádase a esto que Estados Unidos está preparando recortes en programas como Medicaid, la Seguridad Social y la Ayuda Exterior simplemente porque queda muy poco más que recortar para dejar espacio para el aumento del gasto en defensa en los próximos años. Una vez más, será la clase trabajadora la que tendrá que pagar el precio.

El internacionalismo frente al nacionalismo creciente

Estos conflictos recientes en Ucrania y Gaza, librados entre representantes de Estados Unidos y China, han causado un gran sufrimiento, pero aún palidecen en comparación con las posibilidades de una confrontación directa, lo que solo podría describirse como una guerra mundial, si estallara. Queda una pregunta que debemos hacernos si el mundo se ve arrastrado a una guerra de esta escala: ¿de qué lado estamos? El nacionalismo está surgiendo en todo el mundo a medida que parecemos dispuestos a descender a la barbarie. La llamada siempre será la misma; Es necesario sacrificarse, racionar, aceptar una reducción en los salarios, o tal vez ser reclutado. Aquellos que cumplen las órdenes de los capitalistas serán elogiados como "patriotas" o "defensores de la democracia". Pero no hay mentira más grande que la mentira del nacionalismo. Incluso el nacionalismo de los indefensos es un engaño destinado a atraer a los trabajadores al campo de los capitalistas. Cualquier lucha contra la guerra capitalista tendrá que reconocer que la clase obrera debe luchar contra todo el sistema del imperialismo, en el que caen todos y cada uno de los países. El antídoto para el nacionalismo es el internacionalismo. Nunca tendrá sentido que la clase obrera se mate entre sí en nombre de sus gobernantes. Nunca serán los ataúdes de los capitalistas bajados en masa a las frías tumbas de los cementerios militares. Para responder a la pregunta anterior, nuestro lado es la clase obrera en su guerra contra los capitalistas. La clase obrera internacional debe resistir el llamado a la matanza de su clase y dirigir su ira contra los capitalistas que les dan sus órdenes de marcha. Este Primero de Mayo debemos mirar a aquellos trabajadores que eligieron luchar en la guerra de clases y que colectivamente derribaron imperios antes de que pudieran disparar otro tiro contra sus camaradas, como en la Primera Guerra Mundial. Mientras que hoy podemos animarnos con los ejemplos actuales de resistencia, como los palestinos que protestan contra Hamas, los soldados israelíes que se niegan a luchar y los rusos y ucranianos que desertan de los frentes de guerra. A pesar de sus limitaciones, son una señal importante para el futuro.

La lucha comienza de nuevo con cada huelga, con cada momento de autoactividad de la clase obrera. Nuestra clase se enfrenta constantemente a los ataques generales de la clase capitalista, ya sea por la precariedad o por las balas, la inflación o los bombardeos. Lo que se necesita es una lucha general de toda la clase obrera, fuera de los confines de los sindicatos, para que pueda luchar como una clase única y solidificada. Sin embargo, para que esta lucha llegue a su conclusión lógica, la victoria revolucionaria de la clase obrera y el fin de este sistema de ganancias y guerra, cada paso debe estar vinculado a los objetivos políticos de nuestra clase. Es por esta razón que la ICT ha ayudado a formar comités de No War but the Class War (NWBCW)/Ninguna guerra salvo la Guerra de Clases en todo el mundo, agrupando a internacionalistas de diversas tendencias políticas para defender la política de la clase trabajadora dentro de la lucha más amplia que la necesita tan desesperadamente. Aún más necesario es un verdadero punto de referencia político dentro de la clase obrera, que sea capaz de construir raíces profundas en su interior y conducirla hacia el final revolucionario de esta saga de pesadilla. Con la formación de un partido revolucionario internacional, la consigna "Ninguna guerra salvo la guerra de clases" se hará realidad un día gracias a la acción revolucionaria de toda la clase obrera.

¡Ninguna guerra salvo la guerra de clases!