Las clases en Mexico

Por no disponer de datos actualizados no nos adentraremos en evaluaciones cuantitativas, por otra parte siempre objeto de controversias, sino que fijaremos las características cualitativas, suficientes para definir el cuadro general de referencia.

Por lo demás, pasaremos sobre la composición de la clase burguesa, en sus diversas estratificaciones/articulaciones: rentistas de la tierra, empresarios agrícolas, empresarios industriales, rentistas financieros y especuladores, burguesía de Estado.

Más importante aún es, ciertamente, definir la composición de la base en que reposa la pirámide social.

Hemos, por tanto, visto crecer en los últimos decenios a las masas en la miseria, en los márgenes del mercado de trabajo y de las mercancías, reducidas a las condiciones del subproletariado.

Las masas marginalizadas

Para caracterizar estos estratos y evaluar su importancia también dentro de los fines de una estrategia revolucionaria, bastan estos recientísimos datos que extraemos de la prensa cotidiana y periódica de México.

Desnutrición: según el Secretario para las relaciones exteriores y otras agencias gubernamentales, entre el 70 y el 80 por ciento de los niños indígenas sufre de desnutrición (ver La Jornada del 2.11.96) y causa una tasa de niños nacidos con bajo peso de nueve sobre cien (ver "El eslabón más débil", en El Norte, 18 de octubre de 1997).

Pobreza: el Secretariado para el Desarrollo Social (por irónico que parezca existe también una institución semejante) comunica que cerca de 20 millones de mexicanos viven en las zonas áridas del país y que el 97,3% de estos viven por debajo de los niveles de subsistencia, en condiciones de extrema debilidad física, y percibiendo menos de un salario mínimo (vale decir, menos de tres dólares al día - véase, La Jornada 21/10/96).

15 millones de niños viven en condiciones de pobreza extrema. Más en general, comprendiendo asimismo las áreas urbanas, el número de personas que viven en extrema pobreza se ha incrementado desde el 16,2% de la población en 1989 al 50,7% en mayo del 96. Esto significa que sobre 91 millones de mexicanos, 50 millones son extremadamente pobres. La fuente que ha proporcionado el dato es el centro de análisis multidisciplinario de la Universidad Autónoma (ver Reforma, 6/9/96).

Bandas urbanas: El Jefe de la Seguridad Pública del distrito federal declara a La Jornada del 26/10/96 que la Ciudad de México tiene cerca de 5 mil bandas, quinientas de las cuales son consideradas muy peligrosas. El 18 de octubre el mismo periódico daba noticia de que en el curso de este año 162 personas habían sido ya muertas en Ciudad Juarez, en el estado de Chihuahua, en relación con los choques entre bandas rivales por el control del tráfico de drogas, de armas o de autos hurtados.

Trabajo infantil: el 36% de más de tres millones de trabajadores agrícolas censados en 1990 son niños y niñas entre los 7 y los 14 años, preponderantemente de origen indígena.

Varias agencias gubernamentales mexicanas revelan que todos los años los Estados Unidos deportan 30 mil emigrantes menores de edad. El 70% de los niños que pasan al territorio de los USA o que viven en los caminos de las ciudades fronterizas son "autosuficientes" en el sentido de que no tienen a nadie que se haga cargo de ellos.

Los campesinos

Si en los años 10 el campesinado sobrevivía en condiciones de pobreza extrema, pero proporcionaba el alimento necesario a México, hoy, según el ya citado estudio del ECLAC, México importa entre un quinto y un tercio de los bienes alimentarios de base para el consumo doméstico, mientras la mitad de sus campesinos, que eran 24 millones en 1989, "vivían por debajo de la línea de pobreza y 7 millones eran desesperadamente pobres". Desde entonces la situación ha ido empeorando, para ahondarse con la entrada en vigor del NAFTA (el acuerdo de libre comercio de Norte América).

En los decenios que separan de la puesta en vigencia de la Constitución (1917) bajo el dictado del artículo 27, los gobiernos, especialmente a partir del de Lázaro Cárdenas en los años 30, han realizado más reformas agrarias con relativa redistribución de la tierra y atribuciones de tierras a los ejidos. Sin recorrerlas todas, bastará destacar las características constantes de las mismas:

  1. el Partido Revolucionario Institucional (PRI) que gobierna el país desde el fin de la llamada Revolución siempre ha utilizado las reformas para ligar a su máquina de poder a consistentes estratos campesinos, también, si no sobre todo, confiando a los caciques locales y a sus burócratas la gestión de los fondos eventualmente en distribución, así como la administración local de la reforma, y alimentando, en consecuencia, el clientelismo y la corruptela tan característicos del stablishment mexicano;
  2. también cuando ha erogado fondos consistentes para el "desarrollo agrícola", nominalmente en favor de los ejidos, el resultado ha sido siempre el de dar un impulso a la diferenciación interna de las comunidades indígenas, de una parte, y favorecer de hecho las formas de privatización y las grandes propiedades fundiarias.

Puede ser sintomático en este sentido el recorrido seguido por la última reforma bajo los auspicios del artículo 27, confeccionada por el presidente Miguel de la Madrid en 1983.

Entre 1983 y 1988 distribuyó más tierra de cuanto se había hecho en los treinta años precedentes. Pero... de las 493 mayores concesiones de tierra, sólo 27 pasaron a las comunidades campesinas o a los ejidos ligados a las organizaciones militantes de los campesinos opuestos al PRI.

En muchos casos la Confederación Nacional Campesina (el sindicato del PRI), teniendo conocimiento de cuáles eran las tierras que el gobierno se proponía expropiar, armó a los campesinos alineados a ella o empleó a la policía para expulsar con la violencia a las organizaciones campesinas independientes que ya ocupaban las tierras. (12)

Al igual que en las precedentes reformas, los grandes propietarios que de alguna manera eran tocados por la reforma agraria retuvieron las mejores tierras en sus manos. Muchos otros no fueron tocados en absoluto, o bien obtenían especiales decretos de exención para cualquier futura expropiación de tierras. En 1988 cerca del 70% de las cabezas de ganado bovino eran oficialmente exentas de la reforma.

Atendiendo a los resultados macroeconómicos, se tuvo, en sólo el estado de Chiapas, una caída de la producción de maíz y de frijoles (respectivamente del 20 y del 18%) y literalmente un boom en la producción de soya, maní, sorgo y tabaco, todos para el mercado internacional. También la cantidad de animales comercializados subió del 400% entre 1982 y 1987. Pero el rubro que aumentó dramáticamente fue el de la importación de bienes alimentarios: ¡seis mil millones de dólares al año en importaciones de maíz!

Vistas las cosas en su conjunto, el resultado es: ningún desarrollo de la agricultura comunitaria, antes bien su ulterior debilitamiento, una crisis general de la balanza agrícola.

La receta estaba preparada: el neoliberalismo y el NAFTA.

Para los pequeños cultivadores y los campesinos sin tierra mexicanos, el NAFTA constituye un mazazo del cual no se podrán jamás reponer. Algunos de los datos que proporcionamos esquemáticamente lo demuestran de manera indudable.

Maíz: la productividad de este cultivo es en promedio en México de 1,7 toneladas por hectárea; en los USA es de 7 toneladas. Para producir una tonelada de maíz en México son necesarias 17,8 jornadas de trabajo, mientras en los USA la misma tonelada es producida en una hora y media de trabajo vivo. De este modo, está excluida toda posible "ventaja competitiva" debida al costo del trabajo, por bajo que sea éste.

Frijoles: México produce media tonelada por hectárea, los USA 1,6 toneladas.

En cuanto al trabajo vivo requerido en México se invierten 50,6 jornadas por tonelada, en los USA basta poco más de media jornada. (13)

El maíz y los frijoles norteamericanos invadirán el mercado mexicano, poniendo de rodillas a la agricultura ya pobre, también la de subsistencia: ¿quién persistirá en cultivar un producto que le cuesta sudor y sangre sólo para comerlo cuando el mismo producto está inmediatamente disponible en el mercado a la mitad del precio que costaba antes?

Está previsto que otros tres millones de familias, o bien 15 millones de mexicanos, serán expulsados del campo cuando el NAFTA rija plenamente (ciertas barreras protectoras salvadas por el gobierno mexicano caerán con el tiempo), porque los planes y subsidios a la conversión agrícola establecidos por el gobierno (programa Procampo) son universalmente juzgados como risibles por los observadores serios. En realidad, aquí los subsidios, como es acostumbrado, irán en ventaja de las grandes empresas capitalistas que convertirán con los dineros del Estado las plantaciones de maíz en cultivos de fresas, y servirán todo lo más para retardar el abandono de los campos.

La composición agraria, por consiguiente, va mutando rapidísimamente en el sentido de la total desaparición de los ejidos (la abolición de su inalienabilidad con la modificación del artículo 27 es su de-profundis); la desaparición o el sustancial redimensionamiento de la pequeña propiedad campesina (donde sobrevivirá sólo la menos pequeña, suficientemente enredada con el poder para usufructuar los fondos del programa Procampo, oficialmente 100 dólares por hectárea al año); la proletarización de una cuota del pequeño campesinado y la marginalización en los ghetos periféricos del resto.

La depauperación ulterior de los indios, ya en el último peldaño de la escala de la pobreza, crecerá e irá a alimentar al ya vastísimo subproletariado.

Esta es la perspectiva "futura" que ofrece el capitalismo; la propuesta de los zapatistas va hacia atrás y es, por ende, mucho más utópica que la no obstante todavía lejana perspectiva revolucionaria comunista.

En ventaja de esta última está excavando, como suele suceder, el viejo topo capitalista.

Hemos visto las luchas "fratricidas" que han opuesto campesinos a campesinos en las líneas de los diversos encuadramientos político-clientelistas. La superación de estas contraposiciones no será, ciertamente, un proceso instantáneo, pero sus razones materiales de existencia vienen eliminadas por el desarrollo mismo del capital, en su vestidura neoliberal. Sobre la tierra quedan los más fuertes en grado de convertir las producciones y permanecer en el mercado, los otros ya han sido expulsados y lo serán en mucho mayor medida en el futuro. No hay, por tanto, más guerra entre los pobres, sino oposición de los pocos menos pobres al lado de los escandalosamente ricos (los grandes propietarios de haciendas) a los extremadamente míseros.

Entre las muchas palabras que los zapatistas y los filo-zapatistas expenden para exaltar su lucha resulta, por otra parte, imposible encontrar cualquier análisis juicioso de esta realidad. La única referencia es el hecho de que la presencia del EZLN...

está más localizada entre la juventud, las comunidades indígenas y las organizaciones de los pobres urbanos, que en el movimiento sindical, en las organizaciones campesinas y en las clases medias. (14)

Veremos más adelante cómo esto difícilmente se concilia con las reclamaciones del EZLN en materia de reforma agraria.

Los obreros industriales

Ya hemos indicado en la primera parte el hecho de que los sindicatos obreros fueron desde el inicio cooptados en la administración política del nuevo Estado mexicano emergido de la revolución de 1910-1919 y estuvieron antes entre los principales artífices de la derrota de Pancho Villa. Ellos entran a formar parte institucional del PRI desde su misma formación.

El Partido Revolucionario Institucional es, hasta ahora, un original resultado de una experiencia de corporativismo institucional. El partido está, en efecto, constituido por tres sectores (campesino, obrero y popular) con la exclusión formal, desde los años treinta, de los grandes capitalistas y de los grandes terratenientes. Que, de hecho, fuesen luego los intereses de éstos (los intereses de conservación del capital) los que dictaran la línea política y de gobierno del PRI, está dentro de lo obvio y, aunque sea algo ideológicamente negado en las formas constitucionales y organizativas, se trata de una cuestión que siempre vuelve a emerger.

Al PRI no se adhería hasta ahora individualmente, sino a través de las organizaciones de masas de los sectores susodichos. Es decir, los obreros se encuentran inscritos al PRI en cuanto están inscritos en un sindicato oficial.

Ahora en la setentava Asamblea Nacional del PRI, llevada a cabo en septiembre de 1996, se han escuchado también propuestas de crear un cuarto sector que comprendiese el mundo de los negocios. La propuesta ha sido formalmente rechazada, pero es evidente que la tendencia va en el sentido de atenuar progresivamente el énfasis en el trabajo y aumentar la atención hacia el mundo de los negocios. Aunque no fuese más que para recaudar directamente dineros, visto el proceso de privatización en curso y la correlacionada presión ideológica contra la utilización por el partido de los fondos estatales...

Pero a esta tendencia se están oponiendo fuertemente los sindicatos y, en particular, la más fuerte Confederación de los Trabajadores Mexicanos (CTM), que en la citada asamblea nacional ha hecho avanzar la pretensión de que al "sector obrero" - vale decir, a los sindicatos - se les reserve el 60% de las candidaturas federales. Temen evidentemente que el ciclón mundial del neoliberalismo - que, si bien no es obstaculizado en sus contenidos sustanciales y anti-obreros por los sindicatos, está debilitando por doquier el rol de los sindicatos, mal vistos desde todas las partes - los margine también a ellos, corroyendo las grandes cuotas de poder administrativo que están habituados a gestionar.

Más allá de las polémicas internas del PRI entre sindicalistas y otros burócratas del partido, la garra de los sindicatos oficiales sobre los trabajadores es cada vez más semejante a la de los sindicatos italianos sobre los trabajadores de su país: millones de inscritos (en Italia se registra una fuerte tendencia a la merma) que, sin embargo, no se sienten representados.

Este es el reflejo de las mutaciones sobrevenidas también en la composición obrera. Con base en los niveles salariales, hasta los años ochenta la clase obrera había sido estratificada grosso modo en tres franjas.

  1. Los trabajadores de las multinacionales estadounidenses, hace largo tiempo implantadas en México, como en otros países de la América Latina. Aquí a los niveles salariales relativamente altos (o, sin más, muy altos respecto a la franja inferior) se une una serie de "benefit" en forma de acceso a los despachos empresariales y a servicios sanitarios, de alojamiento, de transporte, etc.
  2. Los trabajadores de las grandes empresas estatales (desde la petrolífera PEMEX a la industria hidroeléctrica y a los diversos servicios). Aquí los salarios se declaraban un poco por encima de los de la pequeña industria doméstica y del artesanado, pero con la posibilidad de gozar de todas las ventajas del corporativismo del cual se ha hablado arriba.
  3. La parte restante de los trabajadores en la pequeña y mediana industria doméstica y en los servicios privados, sin ningún 'benefit' y con salarios casi de hambre.

Si en los años 80 el salario obrero medio se atestaba a un séptimo del salario medio estadounidense, se puede comprender bien cuán bajo es el del grado inferior de la escala mexicana.

En estas condiciones la unidad de la clase obrera sobre el terreno reivindicativo, y apenas en los inicios de la fase de crisis del ciclo a nivel mundial, era una quimera. Y es ésta la razón de fondo por la cual la izquierda radical (burguesa) sudamericana se ha mostrado siempre refractaria a ver en la clase obrera el motor de la revolución, que, en cambio, veía como posible a través del incendio propiciado por los focos de la guerrilla campesina. (15)

Hacia mediados de la década de los 80, la crisis global comienza a hacerse sentir tangiblemente en México. Existen especificidades ligadas al sector petrolífero más que al fuerte componente de capitalismo de Estado propio de México, pero como en todas las periferias, el complejo industrial local empieza a resentirse fuertemente de la reestructuración tecnológica efectuada en las metrópolis. En los países africanos y en muchos países de Sudamérica la reestructuración acaecida en las metrópolis ha significado la cancelación - o algo próximo a ella - de los aparatos industriales nacionales. En México la industria podía resistir con la sola condición de que los salarios disminuyesen, no importa si ya eran míseros. Tampoco debe subestimarse la ausencia de reglas y controles para la seguridad del trabajo y la protección ambiental. Las nubes más o menos tóxicas que ascendieron el 20 de febrero de 1996 en Ciudad de México, la cual de suyo permanece cubierta de una enorme capa de gas tóxico que conforma su atmósfera, han elevado (o, más exactamente, han removido) la tapa de un verdadero infierno donde sólo en Ciudad de México de 3500 a 5000 industrias manejan sustancias tóxicas sin ningún control y sin siquiera ser censadas. (16)

También las empresas de las multinacionales, más avanzadas sobre el plano tecnológico o bien con una más alta capitalización fija, permanecerían en el país sólo si los salarios hubiesen sido congelados.

Y bien, según la misma Confederación de Trabajadores Mexicanos (CTM), el poder adquisitivo de los salarios mexicanos ha descendido casi el 50% en los últimos 9 años y precisamente a partir del momento en que se ha abierto la serie de "pactos" (obviamente por el trabajo, por la economía nacional, etc.) entre gobierno, patronos y sindicatos oficiales. En el período más breve, entre diciembre de 1994 y agosto de 1997, el poder adquisitivo de los salarios descendió del 24,66% según el INEGI (Instituto Nacional de Estadística). (Ver El Financiero, 28 de octubre de 1997).

El último "pacto por el crecimiento" es del 25 de octubre de 1996. El gobierno, las mayores asociaciones industriales y los sindicatos llegaron a un acuerdo para aumentar el salario mínimo en un 17%. Contemporáneamente fueron aumentadas la gasolina en un 22,13% y la energía eléctrica en un 14,4%.

También este último pacto, que es el decimoséptimo de la serie iniciada hace diez años, está dirigido a atraer inversiones en el sector industrial tanto del interior como del exterior, pero sobre todo de este último.

Es en estas condiciones que se asiste desde 1992 a un robusto crecimiento de las manufacturas industriales de ensamblaje, famosas en México como "maquiladoras", sobre o en las proximidades de la frontera con los USA. Muchas empresas de múltiples sectores industriales (del textil al mecánico) establecen allí sus factorías para ensamblaje de productos cuyos componentes pueden venir importados del extranjero (de los USA o directamente de Malaysia) o ser producidos allí mismo.

El INEGI habla de un incremento de la ocupación en el sector manufacturero en agosto de 1996 del 4,7% respecto a agosto de 1995 así como de un ulterior 5,5% hacia agosto del 97.

Conclusiones: la crisis del ciclo del capital ha barrido las razones materiales de las divisiones en el seno del proletariado, que habían dado pábulo a los viejos radical reformistas promotores de la guerrilla, quienes imaginaban al campesinado como el nuevo sujeto revolucionario. Si antes la aristocracia obrera mexicana podía considerar que tenía alguna cosa que perder al solidarizarse con las masas del proletariado agrícola (y, si se mira bien, no era ni siquiera el proletariado agrícola de las plantaciones el que señalaban los guerrilleros, sino precisamente a los campesinos clásicos, aun cuando pobres), ahora igualmente los estratos una vez "privilegiados" han dejado de serlo, o, por lo menos, las distancias entre éstos y los demás sectores se han acortado.

La clase obrera mexicana, toda la clase, sufre por entero la expiación de vender su fuerza de trabajo en un país periférico. Su salario de hambre opera como un instrumento de chantaje hacia el salario metropolitano, que sigue la misma tendencia al descenso; pero es, ante todo, el motor de un posible reencuentro de la unidad sobre el terreno de la lucha de clases.

He aquí algo que no interesa mínimamente a los zapatistas ni a sus secuaces catto-reformistas en el mundo.

Mauro jr. Stefanini

(12) De Chiapas and the crisis of mexican agriculture, citado en la nota 8.

(13) Datos extraídos por Jose Luis Calva Probables efectos de un Tratado de Libre Comercio en el campo, Fontamara, Ciudad de México 1992.

(14) De Luis Hernandez Navarro EZLN: momento de definiciones. In Mexico news 591.

(15) Es interesante a este propósito el librito de Carlos Romero “Clases sociales en América Latina”, Jaca Book 1974, donde a un esmerado análisis de la composición de las diferentes clases "populares y explotadas" se une la repulsa de las estrategias de la izquierda europea (vale decir, de los PC). Es claro que la revolución propugnada por Romero, como por Regis Debray entonces, era la que habría conducido a los otros países, además de Cuba, al "campo socialista...".

(16) V. "De 3 mil 500 a 5 mil industrias manipulan aquí sustancias tóxicas sin ningún control", La Jornada del 21 febbraio 1996.