Praga S26

Únicamente la clase obrera mundial está en capacidad de detener la globalización capitalista - Manifesto BIPR

Esta vez la junta de burócratas del Banco Mundial y del FMI sortea los peligros de la protesta “anticapitalista” al mismo tiempo que se congrega en Praga para su 55.a reunión general anual. Mientras los países ricos continúen con sus vacías promesas de reducir la deuda del “Tercer Mundo”, mientras la brecha abismal entre el ingreso de la pequeña minoría de los ricos y la porción destinada al conjunto de los pobres del mundo continúe creciendo y mientras persista desenfrenadamente el bárbaro desgaste de los proletarios que trabajan y viven en condiciones ruinosas, el movimiento general contra los desastrosos efectos del capitalismo, recientemente desarrollado, no agotará sus energías.

¿Viejo Capitalismo, Nuevo Movimiento?

No obstante, de igual modo que los organizadores de S26 pueden congratularse a sí mismos por recabar otro titular de protesta victoriosa, aquellos que presencian eventos similares - tales como la Parálisis de la City londinense en 1999 o las protestas de Seattle y Washington ocurridas ese mismo año - tomándolos como el comienzo de una nueva forma de genuina lucha de masas contra el capitalismo, acabarán decepcionándose. La intención de la vasta mayoría de los participantes en la protesta (en la que se incluyen desde cristianos, movimientos caritativos y ambientalistas a granjeros y sindicalistas) jamás ha consistido en el derrocamiento del capitalismo. Su meta absolutamente utópica estriba en cambiar la dirección presente de un sistema podrido acosado por la crisis, oponiéndose a su impulso fundamental de acumular capital a cualquier precio hasta convertirlo por evolución propia en “un mundo de justicia, igualdad y paz” (Declaración de la Iniciativa de Praga contra la Globalización Económica). Previsiblemente, los sindicatos, los socialdemócratas y los grupos izquierdistas del Estado capitalista involucrados en la manifestación cuentan con auspiciar demandas reaccionarias tales como la adopción de medidas proteccionistas contra la impersonal fuerza destructora de la “globalización”.

Muchos de ellos pretenden figurar como revolucionarios de corte ácrata, como “comunistas libertarios” persuadidos de haber reconocido desde el principio los “defectos” arriba indicados. Sin embargo, argumentan que estamos asistiendo al nacimiento de un nuevo y amplio movimiento mundial contra el capitalismo, un movimiento que ha descubierto vías inéditas para luchar fuera del sitio de trabajo, cuyo avance no requiere de un partido político y a partir del cual puede emerger espontáneamente una nueva forma de vida.

Pero detengámonos un instante. Antes de decidir si en realidad un movimiento semejante se opone al capitalismo es preciso saber qué es el capitalismo. A pesar de todas las viejas alegorías del capitalismo que nos presentan la figura caricaturesca de un burgués con sombrero de copa fumando cigarros, fue Marx quien clarificó que el capitalismo es justamente mucho más que los individuos capitalistas y sus compañías. El capitalismo es un modo de producción que depende de la explotación del trabajo asalariado para la creación de riqueza y la obtención de beneficios.

Es verdad que el capitalismo mundial se encuentra históricamente en declive y que en los últimos treinta años o más éste se ha dedicado a buscar desesperadamente salidas a una crisis de acumulación que ha alcanzado una profundidad sin precedentes. Tal es la razón material del colapso del viejo Bloque Soviético, del repliegue mundial de los regímenes proteccionistas y de los subsidios estatales, de la masiva reestructuración de la industria, de los ataques incesantes contra los trabajadores asalariados, al igual que de la lucha recíprocamente destructora entre los Estados poderosos por apropiarse de la plusvalía generada en el resto del globo so pretexto de la “liberalización económica” y de la “globalización”. No hay duda de que el Banco Mundial, el FMI y la OMC son armas del imperialismo capitalista, pero representan tan sólo sus síntomas, no sus causas.

La clase obrera internacional tiene la respuesta

Hoy el capitalismo mundial está produciendo a tal grado miseria humana y destrucción del ambiente que se pueden divisar a la distancia más y más protestas sociales. Pero éstas no deberían escatimar ningún esfuerzo para demoler este sistema podrido. El hecho que subsiste es que únicamente el proletariado mundial - los esclavos asalariados que están forzados a trabajar a cambio de una pequeña fracción de la riqueza que producen para el capital - posee el potencial para abatir el capitalismo.

Durante las dos décadas anteriores la clase trabajadora se vio duramente golpeada por las embestidas del capital. Esto permitió a los ideólogos burgueses negar cómodamente la existencia de la clase trabajadora y de cualquier posibilidad de lucha de clases. Pero la lucha de clases no desapareció. La cuestión relativa a si la clase obrera mundial puede realizar o no su potencial revolucionario a partir de su lucha depende del grado en que logre unificar su movimiento alrededor de unas claras metas revolucionarias.

Organización política: la única alternativa real

En este punto la responsabilidad recae sobre aquéllos que ya se proponen el derrocamiento revolucionario del capitalismo. Su tarea se resume en organizar en función de la rigurosa clarificación acerca de CÓMO conseguir las metas proletarias, luchando por su difusión y aceptación al interior de la totalidad de la clase obrera. Como Marx escribió en el Manifiesto Comunista:

Toda lucha de clase es también una lucha política en la cual la organización del proletariado en clase y, por consiguiente, en partido político, no puede ser evitada.

No nos referimos aquí al stalinismo o a los aparatos trotskystas. (Tal cosa es lo que el capital internacional desearía que creyese todo obrero consciente cuando se invoca el término “partido revolucionario”). A lo que nos referimos es a la necesidad de crear una organización internacionalista de los trabajadores con consciencia de clase para llevar adelante el único programa que puede combatir realmente el capitalismo a escala global: ese programa sigue siendo el programa comunista dirigido a poner fin al dinero y al trabajo asalariado, a ejercer el control de la producción por los mismos trabajadores en una sociedad libre de pobreza, de clases sociales y de fronteras nacionales. Se trata de un programa que no puede ser implementado timoratamente o sin lucha contra el Estado capitalista.

Es tiempo de que todos los obreros con consciencia de clase piensen seriamente en torno al camino que tienen por delante. Es tiempo de que la clase dirigente empiece a temblar de nuevo ante la perspectiva de una revolución comunista. Porque...

*los comunistas no vacilan en exponer sus puntos de vista y sus metas. Ellos declaran abiertamente que sus fines solamente pueden ser obtenidos mediante el derrocamiento violento de todas las condiciones existentes... Los proletarios no tienen nada que perder salvo sus cadenas. Tienen, en cambio, un mundo nuevo por ganar.

Marx-Engels

Trabajadores de todos los países, uníos!

BIPR, Septiembre 2000