COP28: un escaqueo climático

La resolución de la COP28 de la ONU en Dubái es simplemente otro compromiso que prioriza las necesidades de la acumulación capitalista ante la urgencia de la situación ambiental en deterioro. Esto no es simplemente debido a que la conferencia tuvo lugar en los EAU, o que Sultán al Jaber, el presidente de la conferencia, es el ejecutivo principal de la ADNOC, la compañía petrolera principal del estado. Este resultado no es para nada disimilar a todas las conferencias anteriores desde 1995, que han centrado sobre el costo social creciente del capitalismo. El objetivo muy elogiado de cero emisiones netas sólo cubre los combustibles fósiles no aplacados, lo que significa que una eliminación progresiva puede ser demorada, y que las emisiones de combustibles fósiles continuarán creciendo. Mantener el aumento global de las temperaturas bajo el objetivo de 1,5°C es todavía defendido como una prioridad a pesar de su imposibilidad. El objetivo del acuerdo de París de 2015 requiere que se reduzca la producción del carbono a la mitad antes de 2030. Esto no está ocurriendo de ningún modo, ya que empresas petroleras han estado acrecentando la producción para cobrar las preparaciones bélicas del capital, y estados como EEUU emergen como exportador dominante con el pretexto de la democracia contra Rusia.

La resolución llama para las naciones a “transitar para dejar atrás los combustibles fósiles en los sistemas energéticos, de forma justa, ordenada y equitativa, acelerando la acción en esta década crítica”, y recomienda que se limite la construcción de nuevas centrales eléctricas de carbón y el aumento de inversiones en la construcción y la modernización de la energía verde y renovable. Fue recomendado que los estados incrementen sus inversiones en “tecnologías de bajas emisiones, incluidos … los renovables, el nuclear, las tecnologías para atenuar o reducir las emisiones, como la captura del carbono”. La resolución de la COP28 llama para triplicar la capacidad de la energía nuclear antes de 2050 y para los estados y las instituciones financieras a priorizarla. Si la producción capitalista es “verde”, de “bajas emisiones”, o la energía renovable, continuará la expansión de las emisiones de gases de efecto invernadero; el capitalismo exige la acumulación constante para funcionar apropiadamente.

La resolución concluyente coincide con la guerra en Ucrania y el aumento en las tensiones imperialistas, que ha llevado a la seguridad energética a la preeminencia. Jens Stoltenberg, el dirigente de la OTAN, lo ha declarado explícitamente, y busca poner fin a la dependencia sobre el petróleo y gas rusos, en adición a los componentes para la energía verde fabricados con tierras raras chinas. Esto no tiene nada que ver con la reducción de las emisiones de CO2. Más bien, su impulso para las soluciones determinadas nacionalmente para lidiar con las crisis proliferantes, se ve en el compromiso de la administración Biden para reducir su dependencia sobre la OPEP.

Mientras que la Ley de Reducción de la Inflación dirige mil millones hacia la energía “verde” (allí descrita como la “seguridad energética”), la producción de combustibles fósiles más rentables aumentó. En 2023, EEUU se hizo el exportador más grande de gases naturales licuados, y produce ahora más petróleo que cualquier otro país en la historia, más que el doble de lo que EEUU producía hace una década. La Administración de Información Energética de EEUU prevé que la extracción del petróleo y de los GNL incrementará hasta 2050. Esta tendencia se ve en todas partes. El Ministerio de Minas y Energía del gobierno brasileño anticipa que su producción petrolera ya masiva aumentará casi por doble antes de 2030. Los capitalistas en Brasil han expandido la extracción de petróleo sucesivamente cada año, batiendo récords en 2023 (todo esto bajo el héroe ambientalista de la COP27, Lula da Silva). La producción y el uso de combustibles fósiles continuarán junto a la expansión de la energía verde y la compensación de gases de efecto invernadero, una tendencia que es reforzada por, permite la expansión de, y crea un interés mayor en el conflicto imperialista. Según John Kerry, enviado climático de EEUU, “la producción aumentada es un reflejo de Ucrania, el esfuerzo de recuperarse del Covid y el reflejo de lo que ha ocurrido con Rusia cortando todo el gas a Europa … estamos enviando mucho por allá y en otras partes para intentar ayudarlos”.

La crítica ha emergido sobre la presencia de más de mil cabilderos por combustibles fósiles en la COP28. No obstante, la realidad es que inclusive con su ausencia, no habría habido ningún cambio sustantivo. En primer lugar, el acuerdo no es obligatorio para ninguna de las naciones implicadas. E inclusive si fuera, restricciones significativas sobre el uso de los combustibles fósiles serían ignoradas. Es demasiado rentable usar fuentes de energía barata, para estas naciones a permanecer competitivas en el mercado global sin usarlas. Y eso va al fondo del asunto.

Los estados capitalistas tienen que mantener la rentabilidad para su capital nacional, o arruinarse. Mientras existan, no hay manera para solucionar nuestra crisis ambiental en deterioro. Sólo una sociedad que no requiere ganancias podría esperar evitar la devastación ambiental global. Es por eso que no hay ninguna solución a la crisis ambiental salvo la revolución proletaria internacional.

¡Comunismo o extinción!

El artículo anterior forma parte de la próxima edición de Cuadernos Internacionalistas (#7 invierno 2024), boletín del Grupo Obrero Internacionalista.

Thursday, February 29, 2024