América Latina - Entre el populismo y el imperialismo

Artículo publicado en la revista Revolutionary Perspectives, No. 38, Gran Bretaña, Marzo, 2006

¿Está perdiendo EUA su control sobre su propio patio trasero? Pese a que su poder militar y económico está avanzando en todo el planeta, una serie de victorias de gobiernos de “izquierda” ha creado nuevas presiones para éste en América del Sur y el Caribe. Después de que en Brasil se ha registrado la victoria del denominado Partido de los Trabajadores encabezado por Luiz Inacio “Lula” da Silva, de que en Venezuela Chávez ha realizado una defensa exitosa de su régimen contra el golpe inspirado por EUA (victoria confirmada en un referéndum en 2004), más los triunfos de Gutiérrez en Ecuador, de Vázquez en Uruguay, de Kirchner en Argentina, de Morales en Bolivia y Michele Bachelet en Chile en los meses más recientes, pareciera como si el espectro político de América Latina estuviera cambiando. La victoria de Evo Morales el año pasado fue la victoria del sexto candidato presidencial latinoamericano que en los últimos siete años ha hecho explícitamente campaña contra el denominado “Consenso de Washington” del neoliberalismo.

Hipocresía estadounidense

El grado de desastre que han representado las políticas de libre mercado para América Latina nunca ha sido reconocido por el gobierno de EUA. Cuando Bush fue a Sudamérica en noviembre (2005) para tratar de asegurar el acuerdo para el Área del Libre Comercio de las Américas (ALCA, por sus siglas en español, Free Trade Area, FTAA, por sus siglas inglés) no sólo fue recibido por paros y demostraciones hostiles, sino que también comprobó la existencia de una fuerte oposición de varios gobiernos latinoamericanos. Los líderes de los países del denominado MERCOSUR (1) declararon que:

No existen condiciones para alcanzar un tratado de libre comercio hemisférico que sea equilibrado y justo con acceso a mercados y libre de subsidios y prácticas distorsionantes.

Para nadie es un secreto a quién se referían cuando denunciaron tales prácticas. Esto no es sorprendente dado que América Latina ha fungido como campo de experimentación de las políticas neoliberales responsables de conducir al desastre a gran parte del continente. En Mar del Plata, Argentina, Bush trató de jugar la carta de la “democracia y libertad” que está utilizando para justificar el “cambio de régimen” en el Medio Oriente. Sin embargo, esto no suena tan plausible en un continente donde el Estado y las empresas EU conspiraron para derribar a los gobiernos democráticamente electos durante todo el siglo pasado. Una política que fue resumida por el juicio de uno de los secretarios de Estado USA respecto del dictador nicaragüense Somoza en los años cincuenta y sesenta:

Probablemente sea un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta.

El derrocamiento del gobierno democráticamente electo de Allende en Chile en 1973 por parte de la CIA, el financiamiento de los escuadrones de la muerte en América Central y Colombia (las fuerzas armadas vestidas de guerrilleros) y la injerencia continua del FMI dominado por EUA en la administración de los países latinoamericanos, demuestran que la “libertad” y “democracia” son sólo eslóganes convenientes detrás de los cuales se encuentra el expansionismo estadounidense. Sucede lo mismo con la llamada “guerra contra el terrorismo”. Mientras EUA está “hunting ‘em down’” (persiguiendo a los “terroristas”) en Afganistán e Irak, está protegiendo también a personajes como Luis Posada Carriles y Orlando Bosch, quienes confesaron ser los autores del atentado terrorista que derribó un avión de Cubana de Aviación en octubre de 1976. Aunque Bosch era conocido por el Departamento de Justicia como alguien que “ha estado involucrado en ataques terroristas en el exterior y ha sido partidario de las bombas y el sabotaje”, le fue otorgada una residencia inmediata por la Administración Bush. Carriles, asesino anti-castrista, estaba tan confiado de su inmunidad que dio una conferencia de prensa en Florida. Como esto evidenciaba al gobierno de Bush como patrocinador descarado del terrorismo, fue “arrestado” y puesto en cómodas condiciones de detención en espera de su deportación “a un país de su elección”. Pareciera que la ideología “nuestro-hijo-de-puta” se extiende también al terrorismo. (2) Basta comparar lo anterior con la tristemente célebre figura de la “rendición extraordinaria” o el tratamiento a los sospechosos en la base naval de Guantánamo, y los EUA aparecen más hipócritas que nunca, particularmente en América Latina.

Castro y la política estadounidense

Una de las más grandes ironías de la actualidad es quizá que las políticas auspiciadas por EU desde 1992 han hecho más por mantener a Fidel Castro en el poder que cualquier otro factor. El carácter contraproducente de estas políticas se suma a las otras consecuencias erráticas de la política exterior yanqui desde la famosa Crisis de los Misiles en 1962. En efecto, el acuerdo ruso-americano para poner fin a la crisis consistió en un quid pro quo: a cambio del retiro de los misiles por parte de los rusos, los americanos otorgaron la garantía de que no habría más invasiones al estilo Bahía de Cochinos. No obstante, ambos regímenes han persistido en una línea de hostilidad recíproca. Mientras Castro ha proporcionado apoyo a las guerrillas en todo el continente, los EUA han maniobrado para asegurar que todas las alianzas a corto plazo celebradas por Cuba en la región terminen aislando al régimen castrista (sin importar que esto supusiera el uso de la fuerza militar para eliminar al gobierno “socialista” democráticamente electo de Allende en Chile o el fomento de su propia campaña guerrillera - los Contras - para debilitar y derribar el régimen de los Sandinistas en Nicaragua).

A finales de los años ochenta era ya claro que las favorables relaciones comerciales con el bloque soviético, las cuales habían sostenido a Castro en el poder, estaban empezando a desmoronarse. El colapso de la Unión Soviética y la llegada de Yeltsin al poder hacían prever el final del generoso trato (que en su punto más alto ascendió a un monto de 6 mil millones de dólares al año), el cual había sido recibido a través de varios acuerdos comerciales.

Sin embargo, la suposición estadounidense de que ésta era su gran oportunidad para terminar con Castro se desvaneció. El Congreso de EUA decidió reforzar el régimen de sanciones que había operado en su contra desde 1962. El Acta Torricelli en 1992 y el Acta Helms-Burton de 1996, establecieron castigos a cualquier compañía o Estado que comerciara con Cuba. En la práctica, tales medidas solamente proporcionaron a Castro una justificación, aunque no una explicación, para el desastre que siguió al colapso de la economía cubana. Debido a que el régimen de Castro ha sido construido sobre la base de un populismo nacionalista anti-norteamericano, la vasta mayoría de los cubanos no tuvo dificultad en culpar al imperialismo de su situación económica.

Éste también ha sabido jugar hábilmente en la escena internacional. Cada año, una mayoría masiva vota en la ONU para condenar las sanciones, (3) y cada año se ignoran los votos. Todo esto al mismo tiempo que el PIB se ha reducido a la mitad y, de acuerdo con algunos analistas, (4) es probable que haya tenido un desenvolvimiento incluso inferior.

La supervivencia de la economía cubana durante este período se debe a tres factores. El primero es que la mayoría de los bienes son proporcionados vía las libretas de racionamiento (la tarjeta), lo que ha dado lugar a los índices de distribución de riqueza más equitativos de América Latina (aunque la elite del P. C, tiene acceso a más y mejores servicios). Esto evitó la debacle total hasta el momento en que Castro anunció los recortes al racionamiento, así como un incremento en seguridad social (inicios de los noventa). El segundo es que el régimen cubano redujo el grado de propiedad estatal de los medios de producción. Alrededor del 80% de la tierra era propiedad estatal en 1990, mientras que al final de la década menos del 40% estaba en manos del Estado. Mediante la repartición de ganancias con los pequeños granjeros y recaudando impuestos a las empresas agrícolas más rentables, el Estado adquirió mayor solvencia financiera. El hecho más importante, no obstante, fue el crecimiento del turismo. Castro firmó cientos de acuerdos con compañías turísticas extranjeras para construir infraestructura. Ahora el turismo deja 1.8 mil millones de dólares anuales, mientras que las divisas generadas por el viejo monocultivo del azúcar sólo llegan a 600 millones de dólares. De hecho, la casi total ausencia de inversión en capital constante cubano en los últimos veinte años es evidente en todas partes en los montones de máquinas oxidadas y sin piezas.

Ha habido otros cambios económicos importantes. El presupuesto de las Fuerzas Armadas ha sido recortado en un tercio, con lo que la juventud cubana ya no podrá ser enviada a morir por una falsa causa, como sucedió en el pasado en África y otros lugares cuando cuba estaba al servicio del imperialismo ruso. Además, se han liquidado deudas y firmado acuerdos comerciales que involucran trueque y préstamos. Pero lo más significativo de todo han sido los acuerdos energéticos firmados con el gobierno de Chávez, pues si hay algo de lo que carece el país es de energía (los apagones siguen ocurriendo todos los días). El ascenso de Chávez al poder y los intentos de los EU para desalojarlo recuerdan la conducta contraproducente del imperio, al que una y otra vez le ha salido el tiro por la culata.

Chávez y la Revolución bolivariana

La razón real de la ola de victorias electorales anti-estadounidenses es la crisis capitalista en América Latina. En términos sociales, América Latina permanece como el área del mundo con la mayor disparidad de riqueza. Hablando estrictamente, tras decenios de retórica reformista, poco ha cambiado la distribución de la riqueza. No obstante toda la hipérbole sobre la “revolución” (utilizada para describir los literalmente cientos de golpes militares que han ocurrido desde que los criollos (5) ganaron la independencia de España a inicios del siglo XIX) el cuadro actual de concentración de la riqueza y difusión de la pobreza es el mismo de hace treinta o cuarenta años. Y probablemente hoy está más polarizado. Hacia el final del boom de posguerra en los sesenta, una nueva clase media estaba emergiendo, pero, como consecuencia de la crisis capitalista mundial que viene desenvolviéndose desde 1973, ésta ha desaparecido. Hoy, en su conjunto, América Latina tiene una población estimada de 500 millones, de los cuales 240 millones viven por debajo de la línea de pobreza (esto es, tienen menos de 1 dólar por día para sobrevivir). En 1990 (lo cual es bastante representativo del continente) un cuarto de la población no alcanzó la línea de indigencia. Esto significa, literalmente, que la población de A. L. se está muriendo de hambre. (6)

No obstante los altos precios del petróleo para la mayor parte del período 1970-98, el ingreso real per capita cayó 35%. Dada la distribución del ingreso típica de A. L., donde el 20% de la población más adinerada posee 78 veces más riqueza que el 80% más pobre, no es sorprendente que crezca un movimiento populista. Hoy, el mayor representante de dicho movimiento es Hugo Chávez. Chávez trató de tomar el poder en 1992 con un golpe militar y su discurso televisado denunciando al neoliberalismo durante su juicio impulsó su carrera política. Finalmente, fue elegido por una mayoría abrumadora sobre una plataforma populista. Asumió la presidencia en febrero de 1999. Siendo Venezuela el más rico productor de petróleo en América Latina y el que provee el 15% de la demanda estadounidense, es un Estado clave para EUA. Chávez no podría nacionalizar la industria petrolera como lo hizo el régimen previo en 1975. De hecho, ha cambiado las relaciones del gobierno con las compañías petroleras. Alentó a tales compañías a invertir más en Venezuela sin tener que pasar por un intermediario estatal. Esta conducta es más “liberal” que la asumida por México o Arabia Saudita. También tiene a EUA sobre un barril (para jugar con las palabras) pues a menos que se lleve a cabo la inversión en nuevos yacimientos, los ya elevados precios del petróleo se harán astronómicos y la actividad económica mundial se hará más artrítica de lo que es ahora. Chávez sabe que ellos necesitan las reservas de Venezuela (se dice que 280 mil millones de barriles de reservas de crudo pesado sin explotar yacen al norte del Río Orinoco), lo que le ha dado la oportunidad de escrutar a las compañías petroleras e incrementar sus impuestos de 1% a 30%. (7)

Entre 2002 y 2003 se realizó una demoledora huelga petrolera y, no obstante sus efectos, Chávez se aferró al poder. El fracaso de la huelga permitió a Chávez despedir a 18,000 trabajadores petroleros y, así, su régimen se hizo más confiable para las firmas extranjeras, además de que el aumento del ingreso federal le ha permitido establecer ambiciosos programas sociales que han impulsado el desarrollo de cooperativas y la nacionalización de aquellas firmas cuyos propietarios se han ido a la quiebra. La expedición militar yanqui en Irak también ha contribuido a consolidar al régimen de Chávez al elevar el precio del petróleo a 60 dólares por barril (cuando Chávez había estado sosteniendo que 20-28 dólares sería un buen nivel). Venezuela aún produce menos de la mitad de los mil millones de barriles que le corresponden por su cuota en la OPEP.

El fracaso del neoliberalismo

El punto significativo es que Venezuela tiene poder y ya ha entrado en una fuerte alianza con Cuba después de que Washington fracasara en sus intentos de deponer a Chávez. Se dice que Chávez y Castro conversan por teléfono todas las tardes y Chávez está ahora financiando un acuerdo comercial conjunto conocido como Alianza Bolivariana (ALBA). (8)

Este ha sido postulado en competencia directa con los acuerdos comerciales proyectados por EUA. En la reunión de Mar del Plata, realizada en noviembre de 2005, mencionada al inicio de este artículo, los promotores del ALBA obtuvieron su primer éxito. Colocado justo al lado de Bush, el anfitrión, el presidente Néstor Kirchner, lanzó un mordaz ataque al FMI (léase “EUA”), y denunció todo el daño que éste había inflingido a Argentina antes y después del default. Kirchner había recibido 900 millones de dólares de Chávez (quien hizo su ingreso a la reunión blandiendo una pala con la que se aprestaba a “enterrar el ALCA”) para ayudar a liquidar las deudas de Argentina. Un mes después (el 15 de diciembre de 2005) Kirchner anunció ante un mundo asombrado que Argentina había pagado 9.8 mmdd en préstamos al FMI y, por tanto, estaba ahora libre de su influencia. El declaró que:

El FMI actuó hacia nuestro país como un agente y un vehículo de políticas que causaron pobreza y dolor entre el pueblo argentino.

No tuvo duda en manifestar que el FMI no le dio a Argentina un mísero peso después de que la economía colapsó a finales de 2001. De hecho, el FMI demandó 4 mmdd en reembolsos en el peor año de la crisis argentina en 2002. Y las políticas del FMI estuvieron detrás del desastre que enfrentó Argentina en los primeros años de este siglo. Mientras que en EU crece rápidamente el peor déficit fiscal en la historia del FMI (controlado principalmente por EUA), esta institución acosa a los gobiernos de América Latina (y otros) diciéndoles que el camino al “desarrollo” se logra teniendo un “presupuesto equilibrado” y “disciplina fiscal”. El FMI convoca a los gobiernos para persuadirlos de suprimir toda protección para sus ciudadanos con objeto de atraer inversión extranjera, pero estos inversionistas “benignos” empezaron entonces a especular con la moneda local, implementando una práctica que socava cualquier intento de las firmas locales para producir y vender cualquier cosa dado que no pueden operar con una moneda inestable. Ni la Unión Europea ni EUA permitirían ser colocados en esta posición.

Kirchner no es ni radical ni socialista. Ha ascendido a través de las jerarquías del Movimiento Peronista como una figura “gris” no adversa al clientelismo. Lo que él ha hecho es comprender que los 178 mmdd de deuda que Argentina tenía cuando obtuvo la presidencia eran, paradójicamente, un arma en sus negociaciones con los acreedores internacionales. La discusión ya no gravitó entonces alrededor de los términos de pago sino acerca del porcentaje de deuda que podría ser recuperado por los acreedores. El 76% de ésta fue reemplazada por bonos a largo plazo que cubren tan sólo un tercio de su valor global. El FMI se preparó para ajustar su deuda ya que éste detesta tener malas deudas en sus libros (¡puesto que lo estima perjudicial para su imagen!). En el pasado, el resultado de semejante política habría sido un período de autarquía, pero hoy el petro-dinero dispensado por Chávez es tentador y no sólo para Argentina. Uruguay y Brasil están también negociando créditos o ya los han recibido. Es por esto que Venezuela ha sido aceptada en el MERCOSUR, y Chávez espera construir un sistema regional anti-estadounidense más amplio.

La victoria de “el cocalero”

La más reciente oportunidad para la Alianza Bolivariana es, sin embargo, Bolivia. Bolivia es el país más pobre en América Latina y en diciembre de 2005 fue electo presidente Evo Morales, el líder del MAS (Movimiento al Socialismo). De nuevo, la respuesta a la pregunta de por qué el primer indígena (9) y ex-líder del sindicato de cocaleros ha conseguido una victoria electoral tan abrumadora tiene que ser vista en el estado de la economía. En el último cuarto de siglo, Bolivia ha sido terreno de experimentación de políticas de libre mercado, las cuales no sólo han aumentado el abismo entre pobres y ricos sino que, en conjunto, han disminuido el PIB per capita del país. Este se encuentra ahora en 2,800 dólares comparado con el promedio latinoamericano de 8,200 dólares (mientras que es de 42,000 dólares en EUA).

Una vez más, el FMI ha sido el promotor de reformas en las que casi todo ha sido privatizado (incluyendo el sistema de seguridad social). En varios sentidos las raíces de la victoria de Morales se remontan a la lucha de la población local en Cochabamba contra Bechtel, compañía que consiguió el contrato de privatización del agua en 1999. Desde entonces, el país ha estado sublevado y una sucesión de presidentes de la vieja guardia ha fracasado en detener la agitación (en cuyo curso cientos de personas han sido asesinadas). La victoria de Morales quedó asegurada cuando sectores del ejército le comunicaron que le sería permitido asumir el poder. Son oficiales nacionalistas que no tienen claro hacia dónde va Bolivia, pero que están preparados para pelear por la defensa de la integridad territorial del país frente a los movimientos separatistas de los blancos ricos en las regiones con petróleo y gas de Santa Cruz y Tarija. Morales está en una posición muy comprometida ya que el movimiento popular está esperando mejoramientos inmediatos en las condiciones de vida, pero no tiene claro cómo lograrlo. Ha aminorado su retórica y advertido que tomaría de 50 a 100 años desmantelar las instituciones actuales de Bolivia. Una de sus esperanzas puede ser Chávez. Si el actual programa que emplea el principal recurso nacional de Cuba (sus doctores), aliado con el ingreso petrolero del régimen de Chávez, puede traer algunos beneficios inmediatos (aunque cosméticos) en salud, entonces Morales puede ganar algún respiro. A la larga, sin embargo, tendrá que habérselas con la elite tradicional, la que resentirá incluso las más ligeras reformas. En ese caso, el asunto se decidirá por las pugnas políticas que seguirán al interior de las fuerzas armadas.

Socialismo y Revolución

Se habrá hecho obvio que hemos estado discutiendo los desarrollos recientes en América Latina desde el punto de vista de aquellos que ejercen el poder. No hemos de ninguna manera agotado todo lo que puede decirse sobre este tema. El desafío real de los políticos neoliberales que han ganado cierto grado de poder en los diferentes países debe ponerse entre comillas pues todos ellos están respondiendo a los intentos del capitalismo de resolver su crisis global en América Latina recortando el gasto social de diferentes maneras. Su distintivo común es la descollante contribución que han prestado a sumir en la absoluta barbarie y degradación a los países que han gobernado. El fracaso total del sistema social y económico capitalista esta aquí más claramente revelado que en cualquier otra parte.

Sin embargo, también se hace evidente que América Latina es un gran lugar para la hipérbole política. Como apuntamos arriba, cada general que derribaba a otro general no sólo efectuaba un “coup d’etat” sino que proclamaba “una revolución”. Actualmente, la hipérbole es obra de la izquierda. Cada líder que hace algunos gestos hacia la insoportable pobreza de las masas es aclamado como un “socialista” por toda clase de organizaciones especialmente en EUA y Europa. Mientras que la primera hipérbole es absurda, la segunda es un crimen. Después del colapso del estalinismo podría suponerse que la identificación del socialismo con la propiedad estatal habría sido erradicada. Estamos lejos de esto. Todo comentarista del ala derecha en los EUA coincide con todo viejo estalinista, y con los casi tan viejos trotskistas, en señalar a Castro, Chávez, Morales, etc., como “socialistas”. Todo impulso a la movilización social desde arriba (y, por lo tanto, controlado por el régimen) es presentado como si fuera un movimiento de masas genuinamente realizado desde abajo. En realidad, el socialismo no tiene nada que ver con la propiedad estatal de los medios de producción. El socialismo sólo puede tener lugar a través de un movimiento que derribe el Estado capitalista a fin de establecer su propio semi-Estado, mismo que se extinguirá con los últimos vestigios de la clase dominante, y entonces la puerta quedará abierta para un verdadero nuevo modo de producción basado en la asociación común y libre de todos los productores. El socialismo no es un Estado en el cual la policía secreta está por todas partes como lo está el G2 en Cuba, ni uno que establezca acuerdos con las multinacionales.

Algunos trotskistas desdeñan esta posición (la cual coincide con Marx, Engels e, incluso, Lenin). Su argumento central es que lo que está sucediendo en Venezuela, por ejemplo, es un paso real hacia adelante y que, inevitablemente, las contradicciones de la situación de regímenes como el de Chávez conducirán dialécticamente a la revolución. Esto sólo demuestra que no han aprendido nada del pasado. Son los mismos que alguna vez ensalzaron a Tito en Yugoslavia, a Ben Bella en Argelia e incluso, en algunos casos, al Ayatollah Jomeini en Irán, presentándolos como “anti-imperialistas verdaderos”. Huelga decirlo: todos ellos fueron dioses que fracasaron. El anti-imperialismo que sólo es anti-americanismo no es socialismo. Y el socialismo no puede ser creado desde arriba. Este sólo puede ser el resultado de un movimiento de masas genuino que no esté basado en “el pueblo” sino en la actividad auto-consciente de la única clase que es explotada globalmente, la clase obrera. En nuestro próximo artículo retomaremos las perspectivas de la clase obrera en América Latina.

Jock

(1) MERCOSUR es el “Mercado Común del Sur” y fue establecido en oposición directa al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA) en los noventa. Venezuela se convirtió en miembro pleno en diciembre después del fracaso de las pláticas de Buenos Aires sobre el ALCA. Bolivia, Chile, Ecuador, Perú y Colombia son miembros asociados del MERCOSUR.

(2) Para leer más sobre el terrorismo de la democracia occidental ver: “Terrorismo y Democracia: frontera final del Imperialismo” en _Internationalist Communist _23.

(3) En 2003, fueron 179 votos a 3 (los tres siempre de EUA, Israel, más otro, actualmente la ex-colonia de EUA, las Islas Marshall).

(4) Aunque las estadísticas en América Latina tienden a estar tan politizadas que no existen cifras realmente confiables (¡por ello considérese las de este artículo como ilustrativas!).

(5) Los criollos son los descendientes de la elite blanca española terrateniente que dirigieron el rompimiento con España y establecieron repúblicas que ellos dominaron a través del triunvirato de terratenientes, el ejército y la Iglesia.

(6) Cifras de la CEPAL (Comisión Económica para América Latina) la cual sigue siendo la fuente más confiable.

(7) Aunque esto no se compara con el impuesto de 90% de Putin cargado a los ingresos de las compañías petroleras extranjeras.

(8) ALBA no sólo significa “dawn” (‘alba’ en español) sino que contrasta francamente con el acrónimo en español del Acuerdo de Libre Comercio para América Latina o ALCA propuesto por EUA.

(9) Indígenas, o miembros de la población pre-Conquista española de Sudamérica. Morales habla Aymará, la otra lengua indígena es el Quechua.